Cartas
Señor Director:
Que en su día el periodista reciba miles de felicitaciones de toda la comunidad, por su labor incansable, por ser responsable en el uso de palabras y gestos que provocan cambios en los usuarios de la comunicación. Pido a Dios una bendición para el Director de EL DIARIO, Decano de la Prensa Nacional y sus colaboradores, que son personas de talento que elaboran la noticia con mucho celo, ética y moral intachable. Al respecto sobran los ejemplos para los asiduos y amables lectores.
El periodista es un ser humano que quizá vive incomprendido, merece nuestro respeto y apoyo fraterno por su libre trabajo con conocimiento y adelanto de tecnología. El hombre y la mujer de prensa merecen reconocimiento por sus diversas actividades profesionales y gracias a ellos estamos informados de lo que sucede a nivel nacional e internacional. Tienen visión humanística cuando defienden a la ciudad de La Paz y demás departamentos de Bolivia, siempre están preocupados por los más necesitados y olvidados de nuestra sociedad. El periodista es un apóstol de Cristo, que es el verdadero comunicador del reino de Dios y las buenas nuevas.
El periodista trabaja incansablemente, poniendo hasta en riesgo su vida, entre luces y sombras, entre decepciones, fracasos y satisfacciones, siempre buscando la verdad.
El periodista es un Quijote que va luchando día a día contra los molinos del viento, imbuido por un fuego interior que es la fuerza del Espíritu Santo, que nos da sabiduría eterna, para compartir lo que ve y analiza; sabe cómo servir a la sociedad, y no se preocupa por ser servido. Es un ser humano altruista, desinteresado, que refleja las verdades que recoge la sociedad, tiene una curiosidad insaciable por conocer los hechos y presentar noticias fidedignas a un público que tiene derecho a ser informado con veracidad y sin preámbulos.
El periodista merece el reconocimiento de la sociedad, por ello el Papa Francisco, al anunciar “el poder del amor como servicio al prójimo”, dijo: Es mostrar y resaltar su dignidad, la grandeza de su vocación, la belleza del amor que comparte el dolor, el sentido del sacrificio y la alegría de los logros.
El periodista promociona valores en cada uno de sus lectores, impulsa la libertad de pensamiento en un mundo de paz y concordia, une a los seres del planeta como máximo valor, por encima de los sistemas sociales, y propicia la igualdad de derechos y oportunidades.
Sin otro particular, me despido muy atentamente, reiterando mis felicitaciones en el gran día del periodista, haciendo eco de lo que piensa mi comunidad.
David Espejo
O.F.S.
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