Discursos ofensivos preocupan al pueblo

Vivimos tiempos en que debería primar la concordia y la unidad entre todos los bolivianos y alejarnos de posiciones demagógicas y que significan lastimar y ofender la conciencia de la colectividad. Son tiempos en que es preciso pensar en el futuro y actuar con miras a superar la crisis económica, fortalecer las instituciones, desterrar males como el narcotráfico, el contrabando, la corrupción que ofenden y dañan la moral del país.

Hay que lamentar que los buenos propósitos de todos no son tomados en cuenta por quienes deberían dar ejemplo de amor, concordia, armonía y respeto por el pueblo, así esté conformado por partidarios de partidos de gobierno o también sean de la oposición. Desde hace tiempo, quien debería dar ejemplo de sindéresis, buena educación, armonía y concordia es el Vicepresidente de la República que hace gala de insultos y frases ofensivas contra todos; lo más grave es que se dirige a los niños incitándolos a hechos contrarios a la unidad y comprensión.

El Vicepresidente, como cualquier político, tiene pleno derecho a propagar sus ideologías, pensamientos y criterios favorables al gobierno; tiene derecho a expresar criterios que busquen defender las acciones presidenciales; pero, de ninguna manera puede tener derecho a lastimar, ofender, ni denigrar a políticos de oposición y a quienes, en el pueblo, hayan votado el 21 de febrero pasado en contra de los intereses de prórroga del Presidente y su partido. Él, como segundo mandatario de la República, tiene la obligación de conservar altura, de amar y servir a todo el pueblo sin distinción alguna; no puede ni debe expresar criterios que lastiman y ofenden al pueblo boliviano que es todo el país.

Mantener conductas acordes con los intereses, dignidad y valores, es lo más digno y constructivo que podría hacer el Vicepresidente. Su accionar en contra de lo que él califica como “enemigos del país”, no corresponde porque tampoco posee las pruebas necesarias para hacer acusaciones temerarias que no convencen ni a los niños que tienen pensamientos e ideas porque son formados en los marcos del amor, la caridad y el respeto.

Sería muy bueno, honesto y constructivo que el segundo mandatario de la República actúe enmarcado en el nivel intelectual que dice tener y ser constructivo, obrar con altura, circunspección, dignidad, respeto y consideración por todos. Esa formación humanística que posee debe ser guía para actuar conforme muestran los textos que se lee y que, por principio, el ser humano trata de imitar.

Insultar y ofender da lugar, muchas veces, a recibir respuestas no deseadas; dar calificativos de lo que bien se sabe que no es realidad, no es otra cosa que faltar a la verdad, virtud que se debe mantener en todo momento con miras a la concordia y unidad.