Economía de palabras
Los ruidos que hace el MAS en su debate interno para elegir al sucesor del presidente Evo Morales se han hecho ensordecedores. No parecen ruidos intestinos, sino intestinales.
Quizá necesiten algunos consejos para resolver sus diferencias, que están produciendo denuncias mutuas con tanta frecuencia que apenas tienen cabida en los medios de comunicación.
Una solución podía ser que al dirigente de los cocaleros ilegales del Chapare le suceda, por ejemplo, algún dirigente de otro sector, siempre del frente ilegal, por supuesto.
Una idea similar se aplicaba en la COB, claro que entre sectores de la economía legal. Estaban primero los mineros asalariados, luego los fabriles, los ferroviarios, etc. Eso era antes, en la realidad que está en proceso de ser desplazada.
En este caso, pues, habría que hacer una evaluación del peso que tienen en la economía sumergida los diferentes sectores, y establecer así una escala de valoración.
Los ladrones de mineral (jucus) podrían alegar que ellos pertenecen al sector más sacrificado y aludir a la preeminencia que tenían los mineros en el sindicalismo del sector legal.
La idea sería que, como se trata de mostrar que en Bolivia hay dos Estados, uno legal y otro ilegal, hay que empeñarse en que cada lado de una realidad sea replicado por una cara similar del otro lado. En un juego de espejos.
Los “interculturales”, un eufemismo con que se llama a los colonizadores, ocupados en abrir las brechas del monte para el ingreso de los cocaleros, también deberían estar en esta lista de aspirantes a la conducción del “proceso de cambio”.
Los proveedores de insumos para el narcotráfico no califican porque son solamente eso, simples proveedores que no están organizados en ningún sindicato. Habría que descartarlos.
Los importadores de ropa usada, pero no los vendedores minoristas, sino solamente los grandes empresarios, tendrían que reclamar el derecho a ser considerados en la lista de sucesión.
Los importadores de oro del Perú tendrían que identificarse bien, porque se los confunde con los narcotraficantes y con los jucus.
Los narcotraficantes que entregan la merca en Yacuiba a cambio de granos argentinos, según informó La Nación de Buenos Aires, podrían reclamar algún derecho: al fin y al cabo ayudan a que el precio del maíz no se dispare en Bolivia, como efecto secundario adicional al lavado.
En fin, es un universo completo el que se mueve aquí. No convendría que un solo sector de la economía ilegal acapare este proceso, porque si no, ¿de qué proceso de cambio podrían hablar?
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