Grave ausencia de políticas mineras

Desde tiempos de la Colonia, nuestro país se ha considerado minero por excelencia debido a la explotación de minerales como el oro, la plata, el zinc, el plomo, el wolfram, el estaño y otros. Las riquezas de nuestro suelo han formado grandes fortunas en tiempos del Coloniaje español y, posteriormente, en los tiempos republicanos también han surgido consorcios y compañías que amasaron inmensas fortunas. Para todos los gobiernos constitucionales y de facto, la explotación minera ha sido objetivo primordial por ser el principal rubro de ingreso de divisas; pero…

No obstante muchos propósitos y resoluciones, nunca se ha estudiado ni adoptado políticas mineras que planifiquen la minería, sea mediante el sector público o privado y todo se ha dejado al azar, al hecho inmediato de descubrir una rica veta y actuar en su explotación hasta su extinción. Si bien la minería ha sido sustento de una parte de los ingresos del Tesoro General de la Nación, puede decirse que más que beneficiar al fisco nacional o sea al Estado, ha beneficiado a los gobiernos que, en muchos casos, han dilapidado cuantiosos recursos sin preocuparse por la adopción de medidas que permitan la debida planificación, la vigencia de políticas que regulen y promuevan consciente y responsablemente la minería; que se abran perspectivas para instalar hornos de fundición que, al conseguir minerales en barras, lograrían altos precios y no estar a merced de “sacos barrilleros con poca cantidad del mineral”.

Hemos sido exportadores de “mineral sucio” ensacado en bolsas yuteras de hasta 50 kilos pero con un contenido mínimo de mineral fino con la consecuencia de que los réditos hayan sido bajos. Llegado el tiempo de las fundiciones recién vimos la importancia de dar al mineral valor agregado con la entrega de mineral listo para su industrialización. Sin embargo, con acciones más populistas que técnicas y prácticas se hizo fundiciones como la de Karachipampa que han costado muchos millones de dólares al país y que son deficientes porque no producen ni un kilo de metal apropiado para la industrialización. Hay alguna que otra fundición que no se encuentra en las debidas condiciones y tampoco puede fundir y entregar en barras minerales de diversa calidad y cantidad.

Las concesiones públicas y privadas son incipientes por falta de políticas que determinen qué es lo que debe hacerse en minería, cuánto se debe explotar, cuánto exportar y sobre todo -lo que vendrá con el tiempo- cuánto se debe y puede industrializarse. Los gobiernos, incluido el actual de índole populista, dirigieron sus inquietudes a muchos aspectos de la vida nacional y no a planificar, organizar, estudiar, tecnificar métodos y sistemas que hagan efectiva a nuestra minería y que, además, sean cimiento de los mismos empresarios. La minería ha sido y es fuente de empleo para miles de trabajadores que cumplen sus tareas sin mayor planificación, al extremo de ser labor muy sacrificada y poco beneficiosa por lo rudimentario de su trabajo.