Libertad de expresión y prensa es un derecho, no es una dádiva

El pasado martes 3 de mayo, se celebró mundialmente el Día de la Libertad de Prensa, una fecha que, prácticamente, muestra que es conjunción de un derecho consagrado para todos los días sin excepción alguna, porque la libertad de expresión y de prensa es un derecho y no una dádiva de quienes creen que, por tener algún poder, pueden limitarla, reglamentarla, manipularla, reducirla, censurarla, controlarla.

Quienes tienen poderes políticos, económicos, sociales o de cualquier naturaleza, poseen esos poderes circunstancial o momentáneamente así tengan duración de años; en cambio, la libertad de expresión es eterna por ser derecho de los pueblos, es el instrumento que deriva de la libertad de pensamiento que es inmanente al ser humano. La libertad de expresión es, de una u otra manera, cimiento o base de las demás libertades que han sido manifestadas mediante la expresión de la palabra y su ejercicio está sujeto o supeditado a esa libertad y su única condición es que sea ejercida con apego a la verdad que se traduce en responsabilidad.

Gobiernos tiránicos y dictatoriales han violado muchas veces la libertad de expresión a través de medidas que buscaron su anulación, pero, ésta resurgió siempre con mayor vitalidad y fuerza. Violarla o manipularla conforme a intereses creados es, simplemente, buscar la anulación del pensamiento que es derecho del ser humano y es propiedad inagotable y refuerzo y vitalidad de todos los derechos porque sin el ejercicio de esta libertad es imposible que los pueblos se entiendan, se comuniquen y que hayan condiciones para el diálogo y la concordia, que se creen situaciones en que tenga vigencia la democracia y, sobre todo, condiciones para una aplicación o administración debida de la justicia. La libre expresión, pues, es condición de vida, de respeto, consideración y amor por los demás.

Muchas veces, en la historia de la humanidad, quienes han ejercido poder político o económico han tenido la idea equivocada de que “todo está o debe estar supeditado a la supremacía que ostentan” y han tratado de que los pueblos sufran una especie de avasallamiento que es lo mismo que hacerlos siervos o esclavos del poder ostentado debido al ejercicio legal del mismo, o, en muchos casos, del poder detentado por quienes se han hecho de él por la fuerza de las armas y la imposición de esa fuerza sobre el Derecho de la Constitución y las leyes.

El ejercicio de la libertad de expresión es derecho de todas las personas tengan o no poder, estén en cualesquiera condiciones que la vida les depare, ejerzan o no actividades profesionales o artesanales o desempeñen funciones empíricas o, simplemente, labores de hogar como el que dignamente y con gran amor y eficiencia cumplen la mayoría de las madres. Es, pues, un derecho propio de cada persona, derecho que no puede supeditarse a otros salvo en marcos de verdad y responsabilidad que hagan mayor y más sagrado ese derecho.

Así como países de Europa, Asia y África han sufrido la violación a la libertad de expresión y de prensa, países de Latinoamérica también tuvieron que soportar – y lo hacen muchos hasta estos días – las arbitrariedades del poder. Los ejemplos son claros y patéticos con lo ocurrido muchas veces y, en casos, hasta en estos días a Venezuela, Argentina, Brasil, Ecuador y Bolivia donde hay restricciones a la libertad de prensa y en uno o más países dificultades para el trabajo periodístico que, se cree, debe estar supeditado al poder político. El caso mayor es Cuba cuyo régimen dictatorial instaurado hace más de medio siglo ha conculcado todos los derechos de libertad y, mucho más el de expresión y prensa porque a la insanía de un dictador no convenía nunca su vigencia.

En nuestro país, Bolivia, instituciones como las Asociaciones de Periodistas, la Asociación Nacional de la Prensa, la Asociación de Radiodifusoras han defendido y lo hacen permanentemente la libertad de prensa porque consideran que, mientras el periodismo y la libre información sean cumplidos apegados a la verdad y la responsabilidad, nadie, por derechos que se irrogue, tiene derecho a conculcación alguna. En regímenes dictatoriales -caso del gobierno del MNR, entre 1952 y 1956 gobierno dictatorial del Dr. Víctor Paz Estenssoro, al crearse el Control Político y campos de concentración, se impuso serie de condiciones al ejercicio de la libertad de prensa, se conculcó los derechos, se expatrió, desterró a periodistas y se impuso la censura de prensa, así sean simples informaciones, que no convenían al régimen-. Medidas como éstas se impusieron en otras dictaduras en base a los ejemplos dados en tiempos de la “revolución nacional”.

En estos días, la libertad de prensa ha sufrido los embates de la arbitrariedad hasta el extremo de ser colocados, en una especie de “banquillo de acusados” dignos y honestos periodistas, camarógrafos de TV, fotógrafos de prensa y otros que sufrieron o aún padecen las restricciones a que se ven obligados por lo que pudiese hacer el régimen gobernante; todos ellos han recibido en todo momento, el respaldo de colegas y de la colectividad nacional.

La libertad de expresión y prensa no está supeditada a ninguna regla que no sea el libre ejercicio atenido a la verdad y responsabilidad; lo contrario, implica ingresar en el campo del libertinaje que hiere y lastima a la libre expresión y, sobre todo, al periodismo nacional que es consciente y responsable de la función que cumple en servicio del bien común por tener plena conciencia de que no hay democracia sin libertad de expresión y prensa.