Con notable desarrollo de publicidad, optimismo destacable y anuncio de inversiones millonarias en dólares, el Gobierno ofrece una serie de obras con el objetivo de convertir a Bolivia en una “potencia energética”, que esté en condiciones de abastecer el consumo interno y satisfacer la demanda de electricidad de países vecinos.
Informaciones oficiales señalan que la cobertura eléctrica en Bolivia de 71 por ciento subió en últimos años al 91 por ciento. Cumplido el objetivo de llegar al 100 por ciento se proyecta un plan por el cual el país aumente su producción de electricidad hasta niveles de exportación a Brasil y Argentina, que presentan déficit en ese sector y ofrecen adquirir esa forma de energía.
Una primera etapa de ese proyecto energético fue la construcción de las termoeléctricas de Entre Ríos, Warnes y del Sur que generaron 360 megavatios (MW). En una segunda fase esas tres generadoras podrían producir mil kilovatios más. El contrato para esta ampliación se firmó el martes pasado con una firma alemana. Con esas perspectivas, incluyendo otros proyectos (eólicos, hidroeléctricos, etc.) hacia el año 2020, Bolivia produciría 2.500 MW y el año 2025 estaría exportando hasta 10.000 MW que “podría generar una renta eléctrica muy similar a la actual renta petrolera” y así llegar al nivel de “potencia energética”, según el Ministro de Hidrocarburos y Energía. Este último objetivo se alcanzaría con la ejecución de Misicuni, Miguilla, San José, Rositas, Banda Azul e Ivirizu. Además se tiene en carpeta los proyectos de Molineros, Carrizal, Cambari y otros.
En general los informes señalan que la mayor producción de electricidad se realizará sobre la base de plantas termoeléctricas, vale decir, producir energía con energía, es decir generadoras que funcionan con base en gas, considerando que la venta de electricidad da más ganancias que el gas. Pero tan generosos planes parecería que no tienen tanta seguridad, ya que hasta el momento no se tiene seguridad de que el país pueda producir el suficiente gas para abastecer esas termoeléctricas.
Cómo se observa, el funcionamiento de esas plantas se habría hecho sobre la base de datos aproximados y hasta poco probables, pues se estima que el gas que tiene el país está en proceso de agotamiento y no se ha encontrado nuevos yacimientos que puedan cubrir las futuras necesidades de exportación y abastecimiento interno. En efecto, si no se descubre el hidrocarburo, las plantas termoeléctricas tendrán que paralizarse y, en esa forma, quedarían sin utilidad cientos de millones de dólares. Todo, pues, depende de la producción de gas y sin este energético, cualquier plan será construir castillos de arena en el aire.
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