[Erika J. Rivera]

Un escritor incómodo, pero necesario


Los libros y los ensayos críticos son necesarios para reflexionar sobre nosotros mismos y el curso de los procesos de transformación en el país, porque se hace preguntas del siguiente tipo: ¿Cómo leer el curso de nuestra realidad? ¿Cómo colocarnos en perspectiva? ¿Cómo aprender a evaluar el presente? Estas son inquietudes que nos llevan a replantearnos constantemente las preguntas sobre la construcción de nuestra historia. Sin presente no hay futuro, porque nada está escrito definitivamente, dilucidado, determinado. Entonces: ¿Cómo introducirnos en este viaje de lo boliviano? Preguntándonos, como lo hizo Carlos Medinaceli con su famoso llamado: Atrevámonos a ser bolivianos.

Por ello debemos leer también a H. C. F. Mansilla, porque es un escritor independiente. No perteneció ni pertenece a ningún partido político. Es posible que su fama de persona incómoda se deba a que en toda su trayectoria no se alineó dentro del sistema partidista. Es un pensador que rescata a autores como Franz Tamayo y Fausto Reinaga, no por mero gusto intelectual sino con una perspectiva crítica que nos permita confrontarnos a la realidad y saber hasta dónde tomar en serio a un autor. Esa es la labor y el esfuerzo que debemos poner nosotros como una forma de avanzar y construir lo nuestro para no quedarnos en proyectos fracasados como país. Es vital apropiarnos del pensamiento crítico, pero también es importante explicitar qué tipo de crítica, porque esta palabra se puede referir a operaciones entre sí. Lo que se entiende por crítica es lo que está en el debate actual de los intelectuales. Por ello consideramos muy importante el diálogo entre los pensadores bolivianos y entre todos nosotros sobre nuestro contexto. Coincido con Mansilla cuando dice: “En esta época de presurosas adopciones de las más disímiles herencias civilizatorias e intercambios culturales incesantes con las naciones más lejanas, la confrontación entre lo propio y lo ajeno tiende a diluirse en un mar de ambigüedades, donde es muy arduo establecer categorías científico-analíticas que puedan dar cuenta adecuada de una evolución muy diferenciada. Las ciencias sociales tienen todavía una ardua labor por delante”.

La posición de este autor es compleja y no puede ser calificada como reaccionaria. Esto se refleja en sus análisis sobre la postmodernidad y en su cuestionamiento de la modernidad con sus grandes contradicciones. Bajo la influencia de la Escuela de Frankfurt, Mansilla décadas atrás desarrolló su teoría crítica de la modernización y una teoría crítica del poder. En ellas pone en duda, por un lado, la trinidad sagrada de progreso, crecimiento y desarrollo y, por otro, la modernidad occidental como único paradigma evolutivo. Según nuestro autor, los países del Tercer Mundo pretenden establecer modelos autónomos de desarrollo (la identidad colectiva está a menudo basada en un curioso pero vano designio de originalidad), pero después de todo se limitan a imitar los paradigmas occidentales de evolución, con especial énfasis en sus aspectos técnico-económicos. Se preocupó tempranamente por asuntos ecológicos en su obra Metas de desarrollo y problemas ecológicos en América Latina. Un libro suyo importante es La limitación del conocimiento (1976), continuación de su primer texto publicado: Introducción a la teoría crítica de la sociedad (1970). Así comprendimos por qué uno de sus ejes articuladores es la insistencia en la democracia pluralista, los derechos humanos, el Estado de derecho y la institucionalidad. Sin embargo H. C. F. Mansilla no se encuentra por encima de la crítica. Nosotros como sujetos históricos, activos y productivos, debemos poner en duda a todos los autores, a las categorías de las ciencias sociales porque no nos bastan para comprender nuestra realidad compleja.

Uno de sus últimos libros, Una mirada crítica sobre el indianismo y la descolonización (2014), estudia el trasfondo irresuelto de la identidad nacional, exponiendo y criticando el pensamiento de Fausto Reinaga, las etapas de su desarrollo intelectual, su propósito y sus enfoques, muy novedosos por su temprana fecha de elaboración, como la notable posición de Reinaga frente a la razón instrumental. Pero yo también encuentro sombras en H.C.F. Mansilla, quien recae en algunas tensiones que él mismo analiza, como por ejemplo creer que la democracia liberal de 1985 a 2005 había mitigado parcialmente la herencia colonial y el prebendalismo republicano. Mansilla considera que el presente experimenta una caída civilizatoria refiriéndose al actual gobierno. Esa categoría expresa una interpretación extrema que deberíamos evitar: hay que comprender nuestro presente con sus aciertos y desaciertos. Debemos empezar con lo que tenemos, aunque no estemos totalmente de acuerdo con nuestro tiempo y contexto.

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