Con la muerte de Hugo Chávez, el mundo, conjuntamente el pueblo venezolano, creyó que habían terminado las vicisitudes de Venezuela; que el país, rico en ingreso de divisas, solucionaría todos sus problemas y que, los sucesores que quedaban al frente del gobierno, tomarían conciencia de las urgencias y necesidades; pero el drama se hizo mayor, hasta el extremo de faltar alimentos, medicamentos y hasta agua para beber.
Los pueblos de Latinoamérica, ante los excesos cometidos por dictadores y gobernantes sin ápice de conciencia, han asumido casi siempre actitudes de rechazo y, en casos, con intervención de las Fuerzas Armadas han obligado a la convocatoria de nuevas elecciones o, si han surgido dictaduras, éstas no han sido tan radicales y violentas como las imposiciones del actual Presidente que cree que el país es suyo y que puede y debe someter a los venezolanos a su voluntad.
El mundo, conjuntamente Venezuela, sufre y lamenta lo que ocurre en la patria del Libertador Simón Bolívar que siempre buscó lo mejor para su país porque creía en la conciencia de los seres humanos que tengan la posibilidad de gobernar y administrar debida, honesta y responsablemente. Si el Libertador pudiese actuar en contra de la tiranía existente, lo haría con seguridad desenvainando su espada y cegando todo lo malo que hoy obstruye la vida en Venezuela; pero, lamentablemente, no puede ocurrir ello y solo es el pueblo que con mucho estoicismo, al soportar lo que se le impone, solamente está pendiente de sus propias esperanzas de que terminen los dolores largamente soportados.
La situación económica es tan grave y lo que ésta refleja y ocasiona es de inmensurables consecuencias que el pueblo se ve obligado inclusive a soportar saqueos y vivir en medio de disturbios y sufrir cortes de agua y energía eléctrica. El Gobierno, impotente en todo sentido, y hasta desesperado, ha decidido, en actitud demagógica y populista, disponer que el sector público trabaje solamente los días lunes y martes, es decir, declaró asueto para los días miércoles, jueves y viernes que, agregados a sábado y domingo, dan lugar a que no se trabaje cinco días y sólo se lo haga dos días por semana.
El pueblo venezolano, siempre digno de mejor vida y de contar con la capacidad necesaria para encontrar soluciones a los problemas habidos, solo está a la espera de lo que haga su Parlamento pero, éste, debilitado totalmente, tampoco hace uso de sus prerrogativas constitucionales y lo poco que dispone lo niega y desconoce el Gobierno; entretanto, la economía va a un precipicio que nunca termina y que muestra a un país millonario por los grandes beneficios que aún recibe por sus ventas de petróleo, pero que no puede proveer al pueblo de alimentos, medicinas, agua, energía eléctrica ni papel higiénico porque toda la capacidad productiva del país ha sido anulada. Por su parte, las Fuerzas Armadas que podían implicar alguna esperanza han resultado ser motivo de frustración, decepción y menosprecio para los venezolanos que viven el mayor de sus dramas.
Usurpado el 7 de octubre de 1970, por defender EL DIARIO |
Dirección:
Antonio Carrasco Guzmán
Jorge Carrasco Guzmán |
Rodrigo Ticona Espinoza |
"La prensa hace luz en las tinieblas |
Portada de HOY |
Caricatura |