Han pasado más de 100 años desde la llamada Guerra del Pacífico, por la cual Bolivia perdió su Litoral. Hasta nuestros días, Chile no tiene intenciones de darnos una salida al mar. Mantiene esta actitud conservadora desde hace varias generaciones, sin devolver lo que nos arrebató por la fuerza de las armas Las demandas de devolución siempre se estrellan contra una posición intransigente, mantenida contra viento y marea. Diversos gobiernos de ambos países fueron testigos del pedido boliviano. Las respuestas siempre fueron evasivas o negativas. Ante esta actitud intransigente, Bolivia se vio obligada a presentar su demanda ante la Corte Internacional de Justicia de La Haya, donde los bolivianos tenían una ligera esperanza para que ambas partes logren entendimiento satisfactorio, especialmente para que Bolivia consiga una salida propia al mar.
Pero el pedido boliviano no agrada a Chile. A este problema fundamental se añade el robo de las aguas de manantiales del Silala. Desde 1884 o 1885 Chile usa estas aguas para su provecho, sin pagar ni un centavo, por lo que la deuda llega a más de 900 millones de dólares, sin que hasta la fecha se haya reconocido esa falta de pago. Lo grave es que Chile roba estas aguas por medio de canales y pozos efectuados impunemente en la frontera chileno-boliviana y con descaro. Actualmente Chile limita con Argentina, Perú y Bolivia, considerados enemigos potenciales, por lo que en un momento dado, habría un conflicto de proporciones en el Pacífico.
Perú tiene cuentas pendientes con Chile, por ocupación de territorios y por lo cual los peruanos mantienen su deseo de reconquista. Con la Argentina se espera ajuste de cuentas, por lo sucedido en la guerra entre Argentina y Gran Bretaña por las Malvinas, cuando aviones ingleses fueron reabastecidos en aeropuertos chilenos, para que puedan bombardear bases militares argentinas. Con Bolivia tiene cuentas pendientes por no reconocer su derecho de salida al mar.
Por tener tres enemigos permanentes en sus fronteras, Chile nunca descuidó a sus fuerzas armadas, teniéndolas siempre en apronte y con renovación constante de material de guerra. Modernos aviones de combate y de transporte son equipados permanentemente. La Marina de guerra tiene barcos de gran tonelaje y desplazamiento, submarinos de patrullaje constante, todo ello desplazado en el Puerto de Arica, otrora puerto peruano. El ejército está dotado de tropas de combate, con armamento moderno, sobresaliendo tanques de gran capacidad y tanquetas de desplazamiento rápido. La dotación de misiles de bajo, mediano y largo alcance es prioridad en el ejército chileno.
Actualmente Chile necesita agua potable e inclusive trató de desalinizar agua de mar, a fin de utilizar la reserva del Pacífico. La Empresa de Aguas de Antofagasta proyecta construir una planta de desalinización, con un monto de 120 millones de dólares, para tener agua potable. La Empresa de Antofagasta tiene una planta en funcionamiento al norte o sea que el 60% del agua que se consume, proviene de la desalinización, sucediendo lo mismo con Arica y Tocopilla. Esta planta tiene tubos submarinos, que absorben el agua salada y llega a los filtros que procesan el recurso y lo convierten en agua potable.
Es cuanto a las Fuerzas Armadas de Bolivia, tienen un presupuesto restringido y su función se limita a ligero control de las fronteras, con poco armamento y entrenamiento en cuarteles, con postulantes del servicio militar. Su capacidad de fuego es mínima de lo que podría ser, si estuviera dotada con armamento moderno. Esto no es posible porque Bolivia se declara siempre como país Pacífico, lo que conspira contra su deseo de modernizar las Fuerzas Armadas.
Considerarse un país pacífico es un freno para la renovación y compra de armamento, porque las fábricas no venden a países pacíficos y solo lo hacen en caso de conflicto bélico. Por esta razón el país no tiene armamento moderno, aparte del factor económico. Este panorama pone en riesgo a Bolivia, porque no estamos armados y en caso de conflicto no hay defensa que valga. De ahí la necesidad de revisar la posición boliviana, ante las Naciones Unidas. Los informes desde la frontera con Chile son preocupantes, porque se despliega tanques y misiles, para intimar al país y seguir usando aguas del Silala sin pagar. La posibilidad de efectuar el desvío de esas aguas no está lejana. Hay que agilizar la demanda ante organismos internacionales.
El autor es Profesor Emérito y ex Decano de Odontología UMSA.
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