Contrariamente a que se debe proteger a la industria nacional y promover su crecimiento, la industria textilera en el país está casi en vísperas de cerrar. El sector de textiles estaba confiado en las gestiones que podía conseguir con el Gobierno para lograr el pago de una deuda por parte de importadores venezolanos sin haber logrado algo; por otra parte, las ventas a Argentina, Perú y Brasil se han reducido. Lo principal, que era una esperanza para la industria en general, es que al haberse cancelado el acuerdo Atpdea con el Gobierno de los Estados Unidos, por el que se contaba con la facilidad de exportar productos textiles con arancel cero, a cambio de que nuestro país combata la producción de coca y cocaína, no tiene visos de restablecerse.
Los mercados para la producción textil se ven constreñidos gravemente por las causas indicadas; pero, en todo caso, por la proliferación del contrabando que interna ropa al país con precios con los que no es posible competir. Muchas veces se ha sostenido la necesidad de que el Gobierno adopte políticas con miras a reprimir el contrabando de ropa usada, de automotores y de muchos artículos que ingresan por nuestras extensas fronteras que, en su mayor parte, están desguarnecidas; pero cualquier intento al respecto ha sido vano.
El hecho de haberse cancelado los acuerdos con los Estados Unidos y que estaban respaldados por la Ley de Preferencias Arancelarias Andinas y Erradicación de la Droga (Atpdea) nos priva de uno de los mercados más importantes con el que se contaba; restablecer este convenio sería lo más prudente y conveniente para el país porque no solo se rescataría un mercado importante para la industria textil sino que implicaría combatir más efectivamente al narcotráfico.
Las empresas englobadas en los Mypes (grupo que engloba a las empresas pequeñas) se han visto obligadas a suspender operaciones en la proporción del 80%, y que hasta el año 2009 trabajaban con algo más de cien máquinas y proporcionaban mucho empleo especializado. Ahora, dicen los productores, es imposible seguir con un trabajo que no tendrá mercado porque los perjuicios son grandes en vista de que Argentina, Perú y Brasil han reducido sus compras por estar autoabastecidos.
El sector Mypes se encuentra en grave disyuntiva porque no puede hacer frente a las obligaciones sociales como aumentos de salarios, doble aguinaldo, mayor provisión para beneficios sociales y la competencia del contrabando de ropa usada, importada desde varios países, de China y del Perú especialmente; por otra parte, hay ausencia de competitividad debido al aumento escalonado del salario mínimo. Finalmente, hay que convenir en que el sector manufacturero se ve seriamente golpeado por la devaluación de las monedas de los países vecinos que, además, aplican medidas para proteger su producción. Se espera, lógicamente, que el Gobierno adopte las medidas más precisas para evitar el colapso total de la industria textil del país.
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