El sistema capitalista de Estado en Bolivia ha sufrido en todos los tiempos una sucesión de fracasos sin cuento y el intento ha vuelto a caer en las mismas consecuencias, sin que las experiencias del pasado hubiesen servido de enseñanza para quienes manejan las riendas del Estado.
Se atribuye esos fracasos a diversas causas, pero en cuanto se volvió a practicar ese sistema, las autoridades responsables cayeron en los mismos desaciertos y finalmente condujeron al sistema a una bancarrota de grandes proporciones, como la que ahora se observa en el régimen de empresas estatales que existe en el país y algunas de las cuales fueron recién fundadas.
Debido a factores personales o partidarios se cayó de nuevo en el yerro, pero esta vez con agravantes que deben ser señalados, de tal forma que sirvan de lección tanto para el presente como para el futuro. En efecto, al desconocer las sabias lecciones establecidas por reconocidos políticos, como aquella que señala que los seres humanos son siempre propensos a cometer errores, pero deben tener la inteligencia, en primer lugar, de saber reconocer el error y rectificarlo a la brevedad posible. Pero todavía más, las lecciones de destacados políticos no terminan ahí. Enseñan que una vez conocidos y reconocidos los errores, no se debe caer en la aberración de repetirlos, acto que consistiría en una verdadera estupidez, si se permite el concepto.
No obstante esas sabias enseñanzas, los políticos (o más propiamente los politiqueros) bolivianos jamás tuvieron en cuenta esas lecciones y lo que precisamente hicieron fue no reconocer el error y enseguida cometer la misma equivocación como si nada hubiese pasado. Esa actitud determinó catastróficas consecuencias no solo en los responsables de esa conducta negativa, sino para el país en general que, como efecto, debió sufrir gravísimos daños en su existencia.
Una de esas formas de cometer errores en forma sucesiva y no reconocerlos y repetir la misma equivocación, fue la de volver a crear empresas estatales, con simples objetivos demagógicos o de corrupción, como la Empresa de Construcciones del Ejército, la Empresa Naviera Nacional Automotriz, Enatex, Empresa Minera Huanuni, así como Ebococa, Ecebol, Empresa de Abonos y Fertilizantes, Papelbol, Cartonbol y muchas otras, todas las cuales son verdaderos elefantes blancos que lo único que producen son pérdidas y terminan en la quiebra. Es el caso reciente de Enatex, que fue cerrada por ineficiente y de tener cerca de cuatro mil obreros, ahora los ha reducido a unos 50 que solo prestarán servicios.
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