La Conferencia Episcopal, consciente de las falencias existentes en la política partidista del país y las urgencias que impelen a todas las autoridades a combatir al narcotráfico, al contrabando, al aborto y a la corrupción, han sostenido la necesidad de formar nuevos líderes políticos, de modo que ellos, con la debida formación humanística, moral, profesional y conciencia de país, puedan encarar debidamente los problemas que tenga el Estado.
Muchas veces, a nivel de diversas instituciones que han tenido que ver con los problemas, han hecho notar que no se cuenta con liderazgos políticos y con empresarios, profesionales, dirigentes laborales, culturales y hasta deportivos que sepan las múltiples posibilidades y perspectivas del país, que lleguen a entender que no son la demagogia ni el populismo y menos las incitaciones a adoptar corrientes políticas obsoletas, las que ayudarán a solucionar los diversos problemas.
Muchas veces en el país se dice que hay líderes, falsa posición porque está demostrado que no hay líderes o se confunde con el hecho de la existencia de caudillos políticos, sindicales, etc. que pretenden ser líderes, pero que, al no poseer las condiciones debidas, están muy lejos de alcanzar situaciones de liderazgo.
La experiencia de los pueblos en la historia de la humanidad muestra que el líder posee conciencia de lo que hace y, despojado de intereses subalternos busca el bien general de quienes lidera; en otras palabras, no condiciona sus acciones a intereses subalternos. Por el contrario, los caudillos, al dirigir partidos, grupos, entidades que se hace al calor de determinados intereses, buscan en primer término que su pensamiento, idea o criterio sobre alguna materia predomine sobre todo; que el caudillaje debe merecer ciega obediencia y hasta subordinación por parte de quienes se dirige o conduce.
Muchas veces se dijo que el liderazgo cree en los valores y principios de los pueblos; en cambio, el caudillo busca imponer lo que es y cree que los pueblos sujetos a su dominio deben actuar conforme a lo que se les predica. Que en la historia de los pueblos hubo caudillos que dirigieron grandes causas, es verdad que nadie puede negar, especialmente cuando se trató de buscar la libertad e independencia de naciones que se encontraban sojuzgadas o dominadas por acciones colonialistas; caudillos que dirigieron grandes campañas en pos de libertades y predominio de los derechos que asisten a la colectividad; pero, en todo caso, todos ellos han sido excepciones notables de la historia.
El mensaje de los obispos en sentido de formar líderes se refiere a hacerlo dentro de virtudes que se hagan valores; que los nuevos liderazgos tengan conciencia de país y de lo bueno que deben hacer; que cumplan honesta y responsablemente con la Constitución y las leyes del país y que sean ejemplo para quienes conducen hacia causas y objetivos nobles.
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