Recordada mamá:
Estoy a veinte años de la edad en la que dejaste el mundo, mi deseo sería alcanzar los ochenta y tres, para igualarte por lo menos en algo.
Sabes?. . . cada día te admiro más, trato de seguir tus huellas de valor y de amor; es difícil, tu recuerdo me guía para corregir mis errores, para alimentar mi alma de esperanza, para comprender las incomprensiones, para perdonar las ofensas, para vencer dificultades, para asimilar mis éxitos y para hacer sentir bien a mis semejantes.
Mientras Dios me de fuerzas, te pro-meto estar al lado de mis hermanos, para darles consuelo y para compartir el bendito amor que nos regalaste, te extraño mucho y me haces falta, pero sé que madres como tu, están cerca de Dios y esto me llena de alivio.
Madre querida, sé que estaremos nuevamente juntos, entretanto, le pido a nuestro Dios, tenga misericordia de mi y me permita ser el más humilde de sus servidores.
Besos y lágrimas, en una lágrima de alegría encontrarás mi corazón.
Arturo Terrazas Sivila (ártico)
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