Buscando la verdad
Cada 27 de Mayo se da uno de los festejos más importantes en Bolivia -el “Día de la Madre”- un justo homenaje a ese sublime ser, creador de vida, por quien llegamos a ser “hijos”. Sin duda alguna, de toda la Creación, el ser más parecido a Dios es la madre por ser dadora de vida hasta el sacrificio, como Jesús. Digo sacrificio, porque en verdad es así.
Ponga las cosas en perspectiva: desde el instante mismo en que un ser humano es concebido en el seno materno, parte de la vida maternal se empieza a transferir por su sangre a ese hijo en formación, lo que se prolongará con cada minuto, hora, día y mes hasta su nacimiento y seguirá incansablemente por el resto de sus años, de ahí que la profesión de madre se ejerce mientras viva dando lo mejor de sí en favor de su hijo.
No conozco a una sola madre que no haya sufrido por un hijo, pero conozco muchas que sufrieron lo indecible al cumplir esta misión. Yo hice sufrir a mi madre, lo reconozco, ¿y Ud.? Por inexperiencia, necedad o rebeldía… ¡cuántas veces sumimos a nuestras madres en desvelos y angustia! ¡Querida mamita Emma, gracias doy a Dios por tu vida, por tu sacrificio para guiarme por el buen camino… por tu sacrificado amor de madre!
En esta celebración una mujer muy especial -recién ungida Pastora- viene a mi mente -mi amada Jannet- mi ex compañera universitaria y esposa con quien forjamos un bello hogar. ¡Gracias a Dios doy por tu vida, sé que tu rol no remunerado de madre será compensado en el cielo con muchas coronas, como las que hoy disfruta ya quien fuera mi madre política, que hace tres años se adelantó a nosotros para ir a morar feliz en la presencia del Señor!
Es justo homenajear también a mi madre espiritual agradeciendo su apoyo y bendiciones, su consejo y oportuno aliento, su silencioso trabajo… ¡la amo, en el amor del Señor!
Finalmente, en el Día de la Madre cabe repetir lo que muchas veces dije, lo digo hoy de nuevo y lo repetiré siempre: festejar a nuestros seres queridos una vez al año no es correcto, particularmente a quien nos dio la vida. ¿Sabe por qué? Porque para una madre nunca habrá un solo “Día del hijo” sino que todos nuestros días somos su preocupación.
Por su inmenso amor -comparable solo al de Dios- en las buenas y en las malas, los hijos siempre seremos lo mejor para ellas, y siempre estarán dispuestas a animarnos con una sonrisa, aunque muchas veces la procesión la lleven por dentro…
Por eso, amemos y honremos a nuestras madres, esposas, suegras y madres… ¡mientras haya tiempo!
El autor es Pastor y Anciano en el Centro Cristiano Evangélico “Casa de Oración”.
Facebook.com/Garyantoniorodriguezalvarez
Usurpado el 7 de octubre de 1970, por defender EL DIARIO |
Dirección:
Antonio Carrasco Guzmán
Jorge Carrasco Guzmán |
Rodrigo Ticona Espinoza |
"La prensa hace luz en las tinieblas |
Portada de HOY |
Caricatura |