Almirante (sp) Jorge Botello Monje
Parece una novela tragicómica lo que vive Brasil: ¿habrá nuevos implicados? ¿Lula es dueño del departamento cuya propiedad niega? ¿Cuántos políticos se enriquecieron ilícitamente? ¿Fue asesinado Celso Daniel para evitar que denuncie los malos manejos de miembros del Partido de los Trabajadores? ¿Lula y Dilma tenían conocimiento de la corrupción en Petrobras? ¿Insistirá Maranhao en anular la votación de los diputados? ¿El senado se mantendrá en sus 13? ¿Maranaho volverá a rectificar?
En ese panorama lamentable y confuso fue suspendida la presidenta. No por corrupción, se dice, sino por “infracciones administrativas”. Porque en su gobierno se habría “arreglado” las cuentas fiscales, para mostrar una mejor situación económica. Recurso que habrían usado los ex Cardozo y Lula, pero que Dilma habría llevado al máximo, ¡35 veces más de lo que hicieron ambos!
Sus partidarios afirman que la infracción administrativa, no constituye delito y por lo tanto no se justifica un juicio político.
Si aceptamos esta versión, Dilma no debió ser suspendida ni sometida a juicio porque engañar al pueblo, mentirle “maquillando las cuentas” no es un delito. Es una práctica corriente que ya hicieron otros presidentes.
Esto muestra la calidad moral de algunos políticos, que tienen poco respeto por el pueblo al que dicen defender y representar, y al que no vacilan en engañar, no solo con promesas que no piensan cumplir, sino, como en este caso, mintiéndole sobre cómo marcha la administración del estado que se les ha confiado.
Hay más: cuando Lula estaba, aparentemente, por ser detenido, la mandataria le envió un nombramiento condicional, como ministro. Para ser usado en caso de necesidad. ¿Necesidad de quién? No del gobierno se entiende, sino de Lula, por lo tanto no son las necesidades de estado las que imponían su designación sino la de evitar caer en manos del Juez. Ironías de la política.
Esto y las llamadas “pedaladas” ¿se inscriben en los principios éticos que debe observar un presidente? Un nombramiento como el que se hizo en favor de Lula ¿no es un intento de obstaculizar la justicia y de proteger a quien supuestamente cometió actos de corrupción?
La ética parece estar reñida con la práctica de la política, no porque esta sea intrínsecamente mala, sino porque el ser humano, en su mayoría, no tiene la virtud suficiente para resistir las tentaciones del poder.
Lamentablemente no parece que este embrollo haya sido producido para acercar la política hacia la ética, sino por el empeño opositor de acabar con el mandato de los socialistas, que de tales solo tienen el nombre, más bien el apodo, porque ni siquiera se llaman así, sino “Trabajadores”. Pese a esto es posible que este episodio evite que, en el futuro, “las pedaladas” sean la herramienta favorita de los gobernantes mentirosos. Algo es algo.
Cuánta razón tenía Diógenes cuando buscaba a un hombre, usando una lámpara, a plena luz del día.
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