Tiempo de fútbol e historia

Para comprender mejor la historia contemporánea de nuestro país, pregunté a mi corresponsal en el Palacio Real de la plaza Murillo si había tenido la suerte de haber visto alguna vez jugar fútbol a nuestro presidente vitalicio Evo Morales, respondiéndome la cholita que sí, lo cual la autorizaba a poder sostener a los cuatro vientos que ella le había visto las canillas a un ser tan privilegiado por nuestra historia y ser el único boliviano que gobernó más días que el Mariscal Andrés de Santa Cruz y Calahumana.

Al conocer la buena suerte futbolística de mi comadritay, sentí cierta envidieja por la buena suerte de la cochala, pues yo sólo me vanagloriaba de haber visto jugar al fútbol a Di Stefano, cuando este señor jugaba en el Real Madrid, fortuna mía que se opacaba ante la suerte de Macacha que había visto patear la pelota al crack Evo Morales, natural de Orinoca (Oruro). Pedí a mi discípula periodística que me contase algo de sus impresiones que recordaba aún, después de haber visto a su héroe Evo en calzoncillos corriendo tras un cuero inflado, y la cholita cerrando los ojos me dijo deleitándose ante sus recuerdos: “Evo es un jugador maravilloso… corre tras el balón y hace maravillas con la redonda… su único defecto es que no quiere abandonar nunca la pelota”.

Quedé fascinado ante estas revelaciones de mi reportera acerca del futbolista que siempre juega de diez, recordando a su amigo Diego Armando Maradona, conocido pichicatero y admirador de nuestro presidente.

Después de conversar amenamente con la cholita cochabambina nacida en Quillacollo, su habitual picardía la llevó a manifestarme su extrañeza porque un viejito como yo, preocupado casi siempre por cuestiones metafísicas como mi falta de dinero, hubiera llevado nuestra conversación hacia un tema tan exótico como el fútbol, respondiéndole que el culpable de ello es que nuestra historia contemporánea y el fútbol se juega con las patas, a tal punto que cuando el país le pregunta al presidente Evo por nuestro futuro político, nuestro impredecible mandatario nos responde muy seriamente que recién hemos terminado el primer tiempo y que nos falta jugar el segundo tiempo, de donde tendremos que deducir que si el primer tiempo duró diez años, el segundo durará otros diez años.

¿Estamos hablando de historia contemporánea o de balompié…? En estos tiempos da lo mismo y eso me preocupa, aunque la cholita-periodista se muere de risa porque ella ya le vio las canillas al Presidente Evo.