En América Latina Venezuela y Bolivia son países que sintieron -junto a Ecuador- el fuerte golpe de la caída de precios del petróleo.
Continúan los precios bajos del petróleo -ergo del gas- cuyos precios van “de la mano”.
Puntualmente al caso boliviano: solo hay dos mercados para el gas: Brasil (contrato hasta 2020) y Argentina (contrato hasta 2027).
No hay nuevos mercados. Ni exploración a escala ni inversión que haya generado certificaciones de nuevos reservorios. A diciembre 2013 (reservas de gas 10,45 TCF). Para este quinquenio se tendría que apostar por lograr certificar 25 TCF y producir mínimo 100 mmm3/d de gas. Claro que esto requiere una musculatura financiera privada impresionante, el Estado por sí no podría lograrlo.
A nivel global OPEP sigue viendo la forma de “congelar” la producción del crudo e Irán de seguir inundando el mercado, como ya explicamos en análisis anteriores. De manera que globalmente va a ser más complicado tratar de incentivar a capitales externos que recalen en Bolivia, con igual propósito que podrían tener en otros países con mejores condiciones y escenarios.
Seguirá creciendo el gas de LNG (en mercados spot) y continuarán los norteamericanos invirtiendo en tecnología para mejorar producción de oíl/gas no-convencional (el famoso shale o lutitas); de manera que los precios bajos continuarán, de momento.
América Latina no está ausente ante este ventarrón: Venezuela tuvo grandes pérdidas en su economía, están al borde del colapso y Bolivia ya va sintiendo el peso de recibir menos dólares por exportar los mismos volúmenes de gas.
Ninguno de los países logró consolidar una economía alternativa a los hidrocarburos, ni fueron establecidos fondos soberanos de inversión de ingresos por venta de hidrocarburos que, por ejemplo, como ya dijimos anteriormente, hayan realizado otro tipo de portafolios de inversión (casos exitosos de Noruega y Qatar).
Bolivia atada de momento a Brasil (hasta 31 mmm3/d a febrero 2016 el millar de BTU USD 3,61) y Argentina (llegará a 27 mmm3/d a febrero 2016 millar de BTU 3,89 USD), ambos indexados al precio internacional del petróleo WTI (West Texas Intermediate); de manera que se continúa vendiéndoles los mismos volúmenes de gas y sin haber ampliado horizontes (ni otros mercados, como ya dijimos, ni otros productos: ejemplo vender electricidad o combustibles a partir de la agregación de valor al gas materia prima), nos llevan a conclusiones algo apretadas: Argentina ya mostró que puede comprar otro gas (vía Chile, más caro) y así dejar de depender tanto de Bolivia; en Brasil, de igual forma, van a buscar recursos vía LNG de cualquier parte del mundo, pero no va a “atar” su desarrollo industrial a nuestro suministro. Eso nos hace recapacitar para buscar nuevos mercados, nuevas exploraciones y nuevas inversiones con urgencia. Que Brasil y Argentina van a seguir necesitándonos, sí es verdad; pero igual van buscando fuentes alternativas. La misma lógica debe operar en Bolivia: buscar nuevos mercados. Pero para ello se necesita exploración a escala y certificación de nuevas reservas. Y eso es con muchísimo dinero privado; de corporaciones que vuelvan a creer en la fe del Estado boliviano.
En algún momento el gas boliviano estaba pensado para ser exportado a mercados spot (vía LNG), considerando otro tipo de escala de mercados/reservas y pensando en insertar a Bolivia a mercados ampliados de gas. Bolivia se quedó con mismos mercados y mismos volúmenes producidos/exportados con menores precios y menores inversiones. La ausencia de legislación/regulación adecuada en el área energética por una década no estimuló para que vengan inversiones privadas al sector. Ahora es algo tarde.
Cuando los precios del petróleo estaban “arriba”, obviamente hubo mucho ingreso por venta de gas que fue utilizado para financiar esta “década de bonanza”, que no es otra cosa que el reflejo de buenos precios de petróleo/gas. Ahora a malos precios del petróleo/gas, naturalmente hay reducción de ingresos y debe haber recortes inmediatos, porque hasta las RIN se está empezando a gastar. El 2015 se dejó de percibir, por lo bajo, unos 3000 millones USD. Un gran boquete a la economía boliviana.
¡A ser creativos!
El autor es consultor del sector privado.
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