El 29 de octubre de 1836, después de los grandiosos triunfos obtenidos en Yanacocha y Socabaya, Andrés de Santa Cruz, Capitán General y Presidente de Bolivia, Gran Mariscal, Pacificador de Perú, Supremo Protector de los Estados Nor y Sur Peruanos, Encargado de las Relaciones de los tres Estados, etc., expidió en Lima un decreto que en sus partes más salientes dice:
“Decreto: Artículo 1º. Queda establecida la Confederación Perú Boliviana, compuesta del Estado Nor Peruano, del Estado Sud Peruano, y de la República de Bolivia”.
El temor a la poderosa Confederación hizo que el 13 de febrero de 1837, el presidente argentino Juan Manuel Rosas, en acuerdo con el Gobierno de Chile, declare rotas las relaciones con Bolivia, y ordene el retiro de sus representantes diplomáticos, y la traslación de sus fuerzas armadas a la frontera con Bolivia.
Conocedor el Gral. Santa Cruz de las movilizaciones del ejército chileno sobre las costas de la Confederación, después de una patriótica proclama se trasladó al Perú, con dos divisiones de línea.
Fondeó en Islay el Gral. Blanco Encalada, jefe de la división chilena, que se encontraba a bordo, junto a los coroneles peruanos La Fuente y Vivanco.
El 12 de octubre de 1837 fue el primer avance del ejército chileno al mando del Gral. Manuel Blanco Encalada, se apoderó del departamento de Arequipa.
El 6 de noviembre se reunió en el cantón de Usuña el ejército boliviano con los refuerzos peruanos, iniciando su marcha sobre las localidades de Polobaya y Poxi, en busca del enemigo.
El 17 de noviembre, después del inicio de la batalla, y ante la rendición incondicional del enemigo, llegando de su desembarque de Islay y su recorrido por el desierto, después de presentar una fuerza de 5.000 efectivos, llegó con solo 2.500 hombres, poco menos que desnudos, físicamente desgastados, pudiendo la Confederación barrer y quitar el orgullo chileno a quienes habían querido tener la osadía de invadir las tierras de la Confederación.
El Mariscal Santa Cruz, como prueba de su espíritu humanitario, y su deseo de mantener la paz, aceptó la rendición y pactó en Paucarpata la capitulación con el Gral. Manuel Blanco Encalada. Capitulación demasiado honrosa, proporcionando facilidades para su restitución a Chile. Con este objeto se firmó un tratado que integran: el Gral. Blanco Encalada, Antonio Josè de Irrizari, por Chile y los Generales Ramón Herrera y Anselmo Quiroz por la Confederación.
El artículo 1º del tratado dice a la letra: “Habrá paz perpetua y amistad entre la Confederación Perú Boliviana, y la República de Chile, comprometiéndose sus respectivos gobiernos a sepultar en el olvido sus quejas, y a abstenerse en lo sucesivo de toda reclamación sobre lo ocurrido en el curso de las desavenencias que han motivado la guerra actual”.
El 19 de noviembre hizo su entrada triunfal en la ciudad de Arequipa el ejército Confederado, presenciado por el Gral. chileno Blanco Encalada, y su Estado Mayor, seguramente satisfechos con el tratado, ante la humillante y vergonzosa derrota que habían sufrido.
El 21 de noviembre salieron de Paucarpata, totalmente humillados y desorganizados, los restos del ejército chileno, rumbo a Valparaíso, vía Quilca.
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