La Noche de los Museos ha sido una muy grata oportunidad para apreciar que la población de La Paz, en sus componentes de adultos, jóvenes y niños, de ambos géneros, gusta del arte plástico -pintura, escultura y artesanía- de manera muy significativa.
Hasta más de la medianoche, las avenidas y calles de la ciudad estaban llenas de personas, muchas en familia, que recorrían la crecida diversidad de museos de La Paz.
El reconocimiento no ha sido únicamente para los recintos que albergan esas obras, sino fundamentalmente una forma de gratificar a los artistas que incursionan en esos campos de forma permanente, muchas veces sin recibir precisamente la contraparte lógica de su creatividad, esmeros personales, que viene a ser el ingreso que les debe deparar sus obras.
En esta materia, la gran mayoría de los bolivianos, a pesar de la afición y conocimientos que poseen sobre las artes plásticas, no siempre está en condiciones financieras para darse el gusto de adquirir las obras que quisieran tenerlas y lucirlas en sus ambientes hogareños.
Pese a esa limitación, en la Noche de los Museos han puesto de manifiesto que son admiradores de las artes plásticas, lo que, en términos generales, implicó que ha sido también una forma efectiva de poner de manifiesto la valoración y admiración que sienten por las artes plásticas.
Un detalle que es pertinente destacar es que los padres de familia aprovecharon la oportunidad de la Noche de Museos para llevar a sus hijos menores para que aprendan a gustar de esta eminente actividad cultural, pues resulta oportuno destacar que en los países desarrollados tales obras de arte gozan de una privilegiada preferencia, la que se pone en evidencia con la compra de las obras que más les atraen para contarlas como parte de su conformación familiar.
Entonces, es importante que los bolivianos, desde niños, tengan la oportunidad de familiarizarse con las artes plásticas, para que cuando sean adultos y tengan posibilidades económicas de adquirirlas satisfagan, en primer término, su aprecio por la cultura y, en segundo, dar margen a que los artistas tengan mercados más amplios para colocar su producción, de modo que puedan dedicarse íntegramente al cultivo de sus aptitudes y capacidades creativas y, con ello, la capacidad de sustentarse económicamente con lo que enriquecen a la cultura nacional.
Aunque es de sobra conocido que los pueblos, cuando más cultos son, tienen mayores perspectivas de crecimiento y desarrollo en todos los campos de la vida individual y colectiva, nunca está demás anotar que de esta manera los países alcanzan preminencia y prestigio internacional.
Bolivia, en especial, requiere mucho nutrirse de estos valores para situarse en estas posiciones de reconocimiento y de respeto externo. No siempre por la riqueza económica que pueda ostentar, sino por ser también un país de gente culta en los conocimientos y en el buen nivel del cultivo de formación de sus habitantes.
La Noche de los Museos ha sido una excelente demostración de que los bolivianos están transitando en este espacio fundamental de su desarrollo y progreso. Sea en hora buena.
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