Nicómedes Sejas T.
JUSTIFICACIONES DE UN FRACASO
Indignados oficialistas buscan reparar el daño infligido “arteramente” por una campaña sucia de la oposición contra su irremplazable caudillo; autovictimizándose parecen haber encontrado la fórmula de resarcirse de aquel “infamante” resultado del Referendo del 21F, buscando una segunda oportunidad, no como el segundo tiempo de un partido de fútbol, sino como el pedido de redesquite al que nos tienen acostumbrados los escolares que fracasaron en realizar sus tareas. No deja de ser ingenuo reducir a un evento incidental del zapatazo un nuevo fracaso refrendario del oficialismo.
A lo largo de una década, el oficialismo ha acumulado una lista de fracasos frente al pueblo. Es posible afirmar que una oposición parlamentaria en absoluta minoría frente al oficialismo no es capaz de liderar una expresión de rechazo tan contundente como la producida en la elección de magistrados, en el referendo autonómico y el referendo de reforma constitucional del 21F.
En esta amplia perspectiva, el rechazo popular a las propuestas del oficialismo ya se ha convertido en una cuestión de una creciente mayoría electoral en la oposición, con conciencia del agotamiento del partido de gobierno.
Aquí ya no caben los resquicios legales para una nueva convocatoria refrendaria para viabilizar una nueva postulación de los caudillos del oficialismo.
LA SANGRÍA DE UNA ECONOMÍA EN CAÍDA
El caudillismo en el poder se ha acostumbrado a gastar los recursos fiscales a manos llenas, con una peligrosa discrecionalidad que por falta de fiscalización es imposible verificar sus resultados.
En nuestra historia económica es recurrente que los escasos momentos de auge son seguidos de crisis y luego de inestabilidad política. Esta crónica parece repetirse en esta coyuntura, al término del ciclo de los altos precios de las materias primas en el mercado internacional, y al declinar el flujo de recursos frescos sin precedentes se recurre nuevamente al endeudamiento en condiciones cada vez más difíciles.
Como una medida en esa dirección el gobierno ha recurrido a la emisión de los Bonos Soberanos por 1.000 millones de $us, a diez años, con tasas superiores a los de otros países de la región en la misma época (2012 Bonos I, tasa de 4.87%; 2013 Bonos II, tasa de 5,95%). Aunque la intención de captar inversión directa en el mercado internacional ha sido un fracaso, existe la suscripción de un crédito bilateral con la China de 7.500 millones de dólares, a una tasa de 2,54%, considerado alta comparado con el crédito del BID de 2.30%, CAF, 1.84% y BM, 0.80%. Por otra parte, el gobierno no ha podido despejar las sospechas que pesan sobre el manejo eficiente de estos recursos, cuyas obligaciones emergentes deberán ser asumidas por futuros gobiernos.
En el clima de discrecionalidad creada por el gobierno parece natural incurrir en otro gasto irracional de otros 150 millones de bolivianos en un nuevo referéndum constitucional, solo para satisfacer los afanes reelectoralistas de un caudillo, dispuesto a dinamitar nuestra débil democracia a fin de permanecer en el poder.
¿RETORNO A LA INESTABILIDAD POLÍTICA?
La obstinación de un caudillo por mantenerse en el poder socava la credibilidad de la democracia boliviana y con ella pone en riesgo la emergencia democrática del movimiento indígena y sus objetivos de descolonización, ya que una probable crisis próxima alentada desde el poder nos pondría en el umbral de una nueva inestabilidad política. Los revolucionarios de salón se han convertido en los nuevos líderes del colonialismo interno.
De hecho las consignas “revolucionarias” (antiimperialismo, nacionalización, poder de los movimientos sociales) parecían creíbles debido únicamente a que los altos precios de las materias primas en el mercado internacional se convirtieron en la propaganda de las supuestas virtudes de su gestión económica, en una inmejorable oportunidad para cosechar la siembra de anteriores gobiernos en el negocio del gas, principalmente.
¿Podremos superar esta hora de ofuscación o nos dejaremos arrastrar detrás de otra aventura, eslabón que nos conducirá a otra crisis, cuyas soluciones radicales ya son parte de nuestra frustrante experiencia?
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