Clepsidra
Plasmando en realidad aquella frase que reza: “soldado que huye sirve para otra batalla” el presidente ecuatoriano Rafael Correa reiteró que no volverá a postularse como candidato a la presidencia en los comicios electorales del 2017, dejando de lado la nostalgia de haber ganado todas las elecciones en las que participó, sin sufrir un revés como el que lamentó S.E. en nuestro país en el referéndum del 21 de febrero pasado, y advirtiendo sagazmente que el drama que atraviesa el tal llamado Socialismo del Siglo XXI, viene periclitando, lenta y progresivamente en varios países de nuestra América Latina.
Esta decisión cobra aún mayor relevancia tratándose de uno de los exponentes con mayor predicamento dentro de ese grupo populista, después del micomandante Chávez y el que, después del terrible terremoto que asoló a su pueblo, supo escuchar la voz de la razón que le recordó que todo proyecto político, por más extraordinario que sea, tiene igual fecha de caducidad que una lata de atún.
Curiosamente los síntomas, como las causas que han ocasionado la debacle de este modelo socialista fallido, guardan un común denominador entre sus símiles de la región basándose: en la crisis económica generada por un incompetente manejo de esta materia; en esa suerte de discrecionalidad y autoritarismo que han hastiado a la gran mayoría de los pueblos que lo sufren y a quienes no les agrada que sus líderes, por más carismáticos que sean, aspiren perpetuarse en el poder.
Es más, cuando se intenta reafirmar la voluntad popular expresada a través de las consultas elevadas a juicio del pueblo, con estricto carácter vinculante, como fue el caso del referéndum del 21 de febrero en nuestro país, surgen de parte del gobierno actitudes represivas desproporcionadas que lastiman la democracia irremisiblemente.
Sin embargo, lo que más enoja al pueblo es esa viciosa práctica de tejer cortinas de humo sobre escándalos de corrupción, fraguando otros que encubren al original, como es el caso del Fondo Indígena, que pasó a dormir el sueño de los injustos, mientras reyes, zapatas, leones y otros artistas de reparto, concilian el suyo en las ergástulas de la “justicia”.
De la misma manera, tejiendo una cortina de acero en torno a la Plaza Murillo, se nos quiere distraer del drama que viven los discapacitados desde hace casi dos meses, poniendo en escena y protagonizando actos de pugilato surrealista.
No existe un solo día que el centro de la ciudad de La Paz no se encuentre colapsado por bloqueos de todo jaez, inmovilizando la actividad productiva de su ciudadanía. Entretanto, cuando faltan todavía cuatro años de gobierno y los mismos cuatro, para la celebración de las próximas elecciones presidenciales, se nos distrae con un segundo tiempo y hasta definición por penales, mientras tanto, fabriles, gremiales, transportistas etc. conforman ese tropel de infructuosos sitiadores que no saben que en el cercano palacio amurallado, su protesta no se oye y por el contrario, está siendo aprovechada por los vendedores de humo.
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