La dinamita fue inventada por Alfred Nobel, ingeniero químico, sueco, quien, a su vez, instituyó el Premio Nobel de la Paz. Hoy irónicamente, este elemento es utilizado para atentar contra los derechos humanos y la paz. En sus inicios, su fabricación fue destinada a la construcción de carreteras, trabajo de minas, excavaciones y, principalmente, a la fabricación de armas; pero, lastimosamente, en nuestro país, se ha venido dando un mal uso del artefacto, utilizándolo para atentar contra la humanidad de las personas, en las carreteras y las calles de las ciudades.
Hace un tiempo, fue prohibido el uso de la dinamita, con el Decreto Supremo 2.359, en las protestas y movilizaciones sociales por la peligrosidad que representa su utilización, pero el pasado 1 de mayo, con otro decreto, el 2.754, el Gobierno nacional abrogó aquel decreto de prohibición, de esta manera dando vía libre para su uso en protestas, movilizaciones sociales y bloqueo de carreteras y calles de las ciudades.
La dinamita es un artefacto de alto poder explosivo y muy peligroso en su manipulación que ocasiona accidentes; como ejemplo de ello, el mismo día de la abrogación del decreto de prohibición, se tuvo que lamentar el accidente con muerte de un minero; porque en su fabricación se utiliza elementos químicos altamente peligrosos y contaminantes para el medio ambiente, por tanto, nocivos para la salud humana. El ruido ensordecedor que produce su explosión, también lastima el oído de las personas; por lo delicado que es este órgano, solo soporta hasta 60 decibelios (dB) de sonido (científicamente comprobado); por encima de este nivel afecta a las personas y más aun a las vulnerables, como son niños, adultos mayores y personas enfermas.
Sin embargo, en nuestro país, desde hace bastante tiempo se ha venido haciendo uso y abuso de la dinamita, generalmente, por el sector minero, en las protestas con funestas consecuencias como la pérdida de vidas humanas y lesiones por su uso irracional. También se lamentó destrozos de bienes del ornato público de plazas, calles y avenidas de las ciudades, como fue el caso de la marcha del primero de mayo, donde se mostró, por las imágenes de la televisión, cómo saltaron por los aires y a pedazos las losas y el asfalto de las calles y ocasionaron fisuras y agrietamientos en las viviendas y edificios de la ciudad de La Paz.
También, algunos años atrás, se tuvo que lamentar la destrucción de un puente interdepartamental de mucha importancia para el transporte como consecuencia de los dinamitazos y su reparación llegó a costar millones de dólares al Estado boliviano, por tanto al pueblo boliviano.
Por todas las consideraciones anteriores es imperativo del momento la derogación del DS 2.754, para velar por la tranquilidad y la salud de la población; por el contrario, debería ampliarse la prohibición a otros elementos contaminantes, como petardos, cohetes, buscapiques, etc., que son igualmente contaminantes y peligrosos, además, con el fin de preservar la salud de la población, y no continuar segando más vidas humanas ni dejar legión de inválidos en la población.
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