En camino a la tiranía

EL despotismo es abuso de poder que un individuo o un grupo ejercen contra otros en inferioridad de condiciones. El concepto se utiliza para referirse a la autoridad absoluta, que ignora las leyes.

En la actualidad el término hace referencia a ciertos tipos de gobiernos y personas que se mantienen en el poder infundiendo temor en los ciudadanos, amenazando, intimidando, gritando, vociferando sin respeto ni consideración, insultando a todos los que le hacen críticas, su proceder linda con la mediocridad. Los déspotas no tienen argumentos valederos, pierden el control de sus actos. Son aquellos que hacen uso y abuso de un poder circunstancial porque no existen oponentes o porque aquellos que intentan rebelarse son suprimidos por la fuerza. Estamos hablando de personas y de organizaciones gubernamentales que nada respetan ni a nadie, que desconocen la democracia, como las dictaduras que se caracterizan por obrar con tiranía.

En el habla coloquial el adjetivo déspota se utiliza para caracterizar a alguien que tiene poder y que hace uso de él sin importar los derechos y necesidades de los que lo rodean. En ese sentido, un déspota puede ser alguien con mucha ambición y que no tiene inconvenientes en pisar al que sea necesario con tal de conseguirlo; y se aprovecha de su condición social, económica o política para hacerlo.

Por eso suelen ser acusados de despotismo contra sectores opositores a los gobiernos, los que abusan de su estadía en el poder y pretenden permanecer en él a como dé lugar, promulgando medidas arbitrarias a favor de sus intereses.

El despotismo es el abuso de poder en el trato con las personas. Normalmente la palabra es empleada para dar cuenta de aquella autoridad absoluta, no limitada ni por las leyes ni por ningún otro control institucional, es decir que ejerce su poder con absoluta superioridad y a placer, sin encontrar limitación en dicho uso.

Entonces, a aquellos gobiernos que se caracterizan justamente por la concentración en sus manos de todo el poder se los concibe como despóticos. Actualmente, tal concepción y presentación del poder se encuentra cargada de una connotación negativa, asociando, por tanto, al gobierno que se manifiesta de esta manera con una dictadura o una tiranía. El despotismo con el cual gobierna, históricamente se ha confirmado que lo pagará tiempo después. La decisión de no disentir, no discutir, no aceptar conscientemente opiniones diferentes y calificar a sus oponentes de derecha, de neoliberales, sin conocer en sus verdaderos alcances las posiciones políticas, sean de cualquier contenido ideológico, y proceder con amenazas y aprobar medidas con arbitrariedad sin aceptar críticas, así como defender la corrupción y a corruptos, impedir que se transparente la administración del Estado, son auténticos actos de despotismo, en un camino directo a la tiranía. Parece que en Bolivia vamos por ese peligroso camino.