Cuando Karl Marx se refiere al trabajador habla del proletario que hace trabajo manual. Para Marx el trabajo físico, mecánico, rudimentario es el que crea la riqueza. El trabajo intelectual no crea la riqueza, planteo completamente equívoco, que Ayn Rand rectifica en su destacada obra “La rebelión de Atlas”, cuando dice: “Observe un generador eléctrico y atrévase a pensar que ha sido creado por la fuerza bruta de seres carentes de inteligencia. Intente cultivar una semilla de trigo sin los conocimientos transmitidos por quienes lo hicieron anteriormente. Trate de obtener alimentos tan sólo con movimientos físicos, y se dará cuenta de que la mente humana es la raíz de todos los bienes producidos y de toda la riqueza que alguna vez haya existido sobre la Tierra”.
Un ejemplo, supongamos la producción de pan, invento que en algún momento de la historia de la humanidad se realizó. El insumo más importante es la harina que, con levadura y mezclada en agua y con algo de sal, se convierte en la masa que luego es convertida en el “pan preorneado”. Luego debe ser introducido en el horno que usa algún tipo de energía para recién convertirse en pan. Todo este proceso requiere conocimiento. En la mente de Marx, toda la creación del pan sería producto del trabajo físico de los panaderos, cuando esto no es cierto. Para que el producto se convierta en pan se requiere la imprescindible presencia del horno, que es el otro factor de producción, el capital, y como alguien lo inventó, está presente también la tecnología. El horno hace posible que una masa de harina adecuadamente preparada se convierta en pan, y en un preciso tiempo determinado.
Por tanto el capital también crea valor, crea riqueza. Por esto, la ciencia económica enseña que la diferencia entre el valor de un producto que se vende y lo que se remunera al trabajador viene dado por el pago a los demás factores productivos/insumos que intervienen en la producción, más un plus que es la ganancia, la cual depende de la condiciones de mercado y no de lo que quiere el capitalista/empresario. Si el producto en cuestión es apetecido, si tiene mucha demanda se podrá tener el plus que es la ganancia, si no es así, o hay muchos oferentes del mismo producto, la ganancia se reduce al mínimo o es inexistente. Por tanto, el que decide el precio de un producto que se vende en el mercado no es el que quiere el empresario “ni la cantidad de trabajo incorporado en él” sino las condiciones del mercado.
Por tanto, no hay ninguna explotación cuando la sociedad está organizada en una economía de mercado, cuya esencia es que los intercambios son voluntarios, y donde todos los factores productivos contribuyen a crear la riqueza. Ningún factor, por sí solo, se puede atribuir este hecho. Y los participantes reciben retribuciones de acuerdo con el principio de escasez. Cuando más escaso es un factor productivo, o un insumo, su remuneración es mayor. Cuanto menos escaso es el factor en cuestión, menor remuneración.
Los factores de producción que se destacan en el momento de estimar una función de producción son dos, que son observables, el trabajo y el capital, datos que se obtiene a partir de cuentas nacionales y a partir de la forma como se distribuye el ingreso producido entre estos factores. Para EEUU y para cualquier economía moderna, donde prevalece dominantemente la economía formal, se tiene que el factor trabajo se lleva la mayor parte del ingreso y no así el capital, destacándose con ello que todo tipo de trabajo, todo trabajador es importante. No sólo el trabajo del obrero. Y lo destacable es que no se puede medir directamente el avance tecnológico de una economía cualquiera. Los economistas consideran que en toda función de producción estimada (total o por persona) hay un residuo que resulta ser numéricamente el más importante, que se lo denomina “productividad total de factores”, valor que se le atribuye al progreso tecnológico, hecho que explica el gran crecimiento, que en su momento tuvieron los países hoy desarrollados.
Sin duda alguna el factor trabajo es importante para la producción, tanto de bienes como de servicios, pero su productividad aumenta en la medida que el trabajador sea más calificado. Y esto sólo es posible si el trabajador tiene conocimientos sobre lo que hace, si es apoyado de manera imprescindible de máquinas y herramientas (capital) y más aún si sus conocimientos e instrumentos de trabajo son de “última generación” (tecnología avanzada). Es decir, gracias al conocimiento y a la ciencia aplicada a la producción de bienes y servicios, sus remuneraciones, en términos reales aumenta, prueba de ello es que se lleva la mayor parte del ingreso nacional.
Y cuando se habla de trabajo hay que precisar también que éste no es homogéneo -como lo fue al principio de la industrialización- debido al desarrollo. Un tipo de trabajo es más creativo que otro, unos son más difíciles y laboriosos que otros. Por esto la remuneración al trabajo se diferencia en la medida que las economías se desarrollan. ¿Por qué la gente estaría dispuesta a asumir grandes responsabilidades en la actividad económica, trabajos estresantes, si todos ganarían igual, “por hora” de trabajo?
El autor es Profesor emérito de la UMSA.
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