Clepsidra
Este calificativo que generalmente se concede a la victoria que se obtiene imitando aquella que consiguió Pirro, el rey de Epiro, sobre los romanos, con el costo de miles de sus hombres y que al contemplarla después de la batalla lo habría llevado a decir: “Otra victoria como ésta y tendré que volver solo a casa”, hoy la aplicamos a la que obtuvo el candidato derechista Pedro Pablo Kuczynski, sobre su contendora Keiko Fujimori, hija del ex presidente Alberto Fujimori, en una segunda vuelta, y mediante un virtual empate técnico, con un escaso margen de menos el 0.3%, lo que significa unos 52.000 votos sobre los 17 millones de votantes.
De confirmarse esta victoria, la más reñida en estos últimos 25 años, ésta se traduciría en un frágil gobierno, con un congreso opositor donde el fujimorismo ya cuenta con 73 parlamentarios de los 130 que lo componen y por ende, una virtual coalición con esta fuerza será ineludible para realizar cambios estructurales y el nombramiento de funcionarios claves como: el Defensor del Pueblo, el Contralor de la República y otros de ese alto nivel, a más de demandar en compensación la libertad de Alberto Fujimori, con mejores auspicios políticos que los que obtendría su hija Keiko como presidenta de la República.
Entretanto, lo sorprendente de este desenlace es que tanto la princesa nipona, como el niño mimado de Oxford y emparentado íntimamente al mundo de la farándula de Hollywood, obedecen a una corriente derechista totalmente similar entre ellas y diametralmente opuesta a las del socialismo del Siglo XXI, que acaba de exhalar sus últimos estertores en Sudamérica, estableciendo que, por lo menos en lo que a Bolivia concierne, quedemos como antípodas de cualquiera de esos dos candidatos que gobiernen al Perú durante los próximos cinco años.
De consolidarse la frágil victoria de Kuczynski sobre la Fujimori, más que significar una derrota para Keiko, significará una caída amortiguada en un colchón de plumas ya vez que, como dijimos líneas arriba, cuenta con un sólido apoyo parlamentario que le da el poder detrás del trono y la posibilidad de ayudar a un gobierno, que con programas análogos logrará continuar la política económica que catapultó al Perú con tanto éxito desde la época de Toledo y optimizar palmariamente la lucha contra el narcotráfico que tanto daño le infiere al Perú. Por supuesto, esta será una ayuda muy diferente a la que le brindó a Kuczinsky la candidata comunista Verónika Mendoza, que solo fue para evitar la subida a la presidencia, de una mujer que no sea ella.
Asimismo, con apenas 41 años de edad, Keiko Fujimori cuenta con una zona que le permite terciar sin problemas en los próximos comicios electorales, armada de esas virtudes muy propias de su origen oriental, como son la tenacidad y la paciencia. De ahí que la victoria de Pedro Pablo o la derrota de Keiko, solo se han convertido en un simple empate pírrico.
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