En épocas difíciles la autocrítica no es debilidad

Un análisis crudo y real desde lo táctico en torno al debut de Bolivia en la Copa Centenario. La Selección Nacional debe asumir otro rol.


Si analizamos el partido de la Selección Boliviana de fútbol frente a su similar de Panamá, es inevitable querer atribuirle al ganador cierta cuota de dignidad. Al menos en este caso, me resulta muy difícil otorgarle un elogio desmedido a Panamá cuando del otro lado existió una Bolivia que hizo todo y algo más para perder el partido. Por eso no quiero pecar de exagerado en el análisis. ¿Fue tan deslumbrante lo de uno o, acaso, mucho más pobre lo del otro? A veces un equipo se nutre del que está al frente y así encuentra condiciones favorables sin hacer grandes méritos. La mayor virtud de Panamá, entonces, no fue otra que exprimir al máximo las falencias de su rival. Explotar todo aquello que se le fue presentando, las franjas fértiles que supo aprovechar Quintero con su movilidad, los desaciertos en defensa que supo aprovechar Pérez. A favor de Panamá cabe decir que, a pesar de lo que se podía prever, fue un conjunto con mucha dinámica y gran soltura, que se fue contagiando de las buenas sensaciones y supo profundizar la nula compaginación de movimientos de Bolivia.

El funcionamiento de todo equipo depende de la pelota. Y la pelota de los jugadores. Bolivia con estos jugadores con este equipo nunca supo qué hacer con la pelota. En todo caso su búsqueda terminó siendo un abuso del pelotazo, un arrebato a la razón del fútbol bien jugado y mejor pensado. Jamás se encontraron variantes ni fluidez en la salida. Saucedo y Azogue se pisaron porque son del mismo perfil, los laterales tampoco se acoplaron para darle amplitud a la subida, Smedberg debió exigirse desde el esfuerzo y Arce hacer lo que podía, de a ratos como un asistidor ante el enganche ausente. Y así el pelotazo se presentó como la única medida. Sin duda una pésima receta para vulnerar a un rival que en el primer tiempo se sintió cómodo.

No hay que darle muchas vueltas al asunto; el orden de un equipo no lo da un sistema, podemos jugar con tres o cuatro en el fondo, sino el concepto de funcionamiento en equipo y que cada jugador sepa lo que tiene que hacer en todas los momentos del juego (ataque, defensa, y las dos transiciones) además obviamente del convencimiento y compromiso con la causa.

Sampaoli durante el trámite de un partido, cambiaba mucho. Sobre todo la producción táctica que hizo en la final frente a Argentina, que jugó con tres, cuatro y cinco en defensa. En cambio a esta selección boliviana me da la impresión que aún le faltan muchos aspectos, pues ahora hay determinadas cosas que uno sabe que es lo que va a suceder. Estoy convencido que aún a Baldivieso le falta tiempo de trabajo.

Lo más difícil en fútbol es reinventarse sobre la derrota y ese es el gran desafío que tiene ahora Baldivieso, y fundamentalmente los jugadores, por lo que tendrán el hambre de la gloria e intentar ser un equipo competitivo.

Por material disponible, Bolivia debería asumir otro papel y jugar mejor con el balón. Pero peor pecado sería no sacar rédito a otras virtudes mientras el escenario lo propicie. Es cierto, no siempre habrá lugar para jugar así. Ni Chile ni Argentina seguramente quieran compartir la posesión. Contra rivales superiores, tendrá que aparecer la tan mentada idea, esa que aparece y desaparece en la Selección.

Nobleza obliga, en cuanto al factor tiempo, recordamos perfectamente la opinión de expertos en el tema, que aseguran, que no es posible la formación de un buen equipo antes de un par de años de trabajo.

Finalmente, quienes dirigimos hemos de ser autocríticos y humildes para escuchar la vos popular, colegas y colaboradores, así aprenderemos a hacer las cosas cada vez mejor, asumiendo nuestra responsabilidad, ya sea en lo bueno o en lo malo que sucede en el equipo.

Sergio Apaza Vera

 
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