Tracy Burton Bravo
Brasil es uno de los países iberoamericanos que menos CO2 emite por unidad de energía utilizada. Hacia finales de 2014, el 80% de su capacidad energética instalada provenía de fuentes limpias. Su dimensión y sus recursos naturales hacen de él el principal mercado de renovables de América Latina, y el segundo mundial, según Global Climatescope. Desde 2011 sufre problemas de sequías por una dependencia excesiva de la energía hidráulica, pero la nueva regulación eléctrica podría cambiar la situación.
Los brasileños pueden, desde el 1 de marzo, instalar en sus casas pequeños generadores eléctricos, como paneles fotovoltaicos o microturbinas eólicas entre otras fuentes renovables, para reducir su cuota mensual de luz. Si la energía producida es superior a la consumida, la Agencia Nacional de Energía Eléctrica otorga a las familias un bono para reducir el importe de cualquiera de las facturas que lleguen en los próximos cinco años. Además, esta regulación también permite compartir la energía producida en cooperativas o asociaciones de vecinos.
A pesar de las políticas que lleva a cabo el país, el estado del Amazonas continúa con problemas de abastecimiento. En esta región, más de dos millones de personas no tienen acceso a electricidad de calidad. La gran cantidad de naturaleza impide la creación de redes de distribución estables que puedan abastecer con la luz suficiente a los pueblos durante las 24 horas del día. De las 286 comunidades existentes, unas 153 cuentan con pequeños generadores que funcionan pocas horas al día. Las 133 restantes aún viven a oscuras.
El Instituto Mamirauá lleva 20 años dedicados a implementar tecnologías orientadas a mejorar el bienestar en estas comunidades aisladas, formadas en su mayor parte por pescadores y campesinos. La organización está en fase de desarrollo de un proyecto que permitirá a las comunidades abastecerse de energía mediante paneles solares.
Enmarcado dentro de este proyecto, se encuentra el uso del sol para fabricar hielo con el que conservar alimentos. Se trata de unas máquinas que funcionan con energía solar y no requieren el uso de baterías. Pueden procesar unos 30 kilos al día y ya están implantadas en dos comunidades.
“La máquina de hielo solar, del Instituto Mamirauá, es una demostración perfecta de cómo la tecnología, combinada con la voluntad de cambiar el mundo, puede transformar completamente la vida de las personas”, afirmó Fábio Coelho, Presidente de Google Brasil, una de las empresas que financia a la organización.
Tracy Burton Bravo es periodista.
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