Punto aparte
Tuvo características singulares la movilización de los periodistas de base, realizada el miércoles 8, hacia el mediodía. Recorrió las arterias céntricas de la ciudad e ingresó a la plaza Murillo, pese a que estaba con fuerte respaldo policial, en defensa de la libertad de prensa y de la Ley de Imprenta.
La novedad de la demostración es que no fue promovida por ninguna de las organizaciones gremiales que tiene el sector de los periodistas. De manera que fue totalmente espontánea la actitud asumida por los periodistas de base de los diarios y otros medios de comunicación de La Paz.
De ello puede extraerse dos puntos de vista. En primer lugar, que la Asociación de Periodistas y la Federación de Trabajadores de la Prensa se encuentran ajenas a las vulneraciones que se están produciendo contra el ejercicio del periodismo. En segundo término, que los periodistas de base han adoptado, por su propia voluntad y profesionalismo, la decisión de exteriorizar su preocupación y rechazo a tales hechos, en los que las víctimas han sido precisamente periodistas de base.
Por tanto, la conclusión es que la llama de la defensa de la libertad de prensa se mantiene viva entre los redactores y reporteros de los medios de comunicación, pues sus propias mesas de redacción han optado por la pasividad o el temor a las represalias oficialistas.
Entonces, la barrera inexpugnable en la defensa de la libertad de prensa e información, así como de la Ley de Imprenta, se halla sustentada por la principal fuerza laboral del periodismo, pues es la que a diario se encuentra en el terreno donde se dilucida real y efectivamente si su trabajo es respetado y si tiene o no acceso a la información pública.
Este es un giro trascendental e histórico que se produce en Bolivia, en particular en La Paz, en defensa de la libertad de prensa y de la Ley de Imprenta de 1925. Implica ello que la ciudadanía en general puede confiar en que tiene guardianes que la custodian para tener la información. Cuando esto no suceda, querrá decir que el mayor bastión que tiene hoy la defensa de la libertad de prensa ha sido reducido o eliminado.
La dirigente sindical Carmiña Moscoso expuso que “los trabajadores de la prensa que diariamente deben realizar la cobertura de diferentes hechos públicos, en los últimos meses han sufrido diferentes agresiones, desde ser filmados y fotografiados por personas desconocidas. Peor todavía, han sido golpeados, perseguidos, apedreados y hasta se les ha arrebatado sus equipos de trabajo, como son grabadoras, filmadoras y otros recursos propios de la actividad profesional”.
La periodista Moscoso añadió que “La cobertura periodística, desde la quema de la Alcaldía, registrada en la ciudad de El Alto, el pasado 17 de febrero, y las manifestaciones sociales desarrolladas a nivel nacional y sobre todo en la sede de Gobierno, se han convertido en una tarea de “riesgo”, con la posibilidad no sólo de recibir la agresión por parte de los grupos antimotines, como es el caso de la Policía, sino también de los mismos grupos confrontados política o socialmente, quienes prefieren no ser filmados ni fotografiados por la prensa, sobre todo cuando se genera la vulneración de los derechos humanos de algún grupo social”.
Remarcó, asimismo, que “los periodistas, como en épocas dictatoriales, neoliberales o caudillistas, han sido siempre la piedra en el zapato de los grupos de Poder, porque develan hechos de violencia, la vulneración de los derechos humanos de sectores minoritarios, razón por la que, efectivamente, se convierte en una tarea de “riesgo” realizar la cobertura periodística que demanda la sociedad, que solicita recibir una información, lo más cercana a la realidad”.
A tiempo de efectuar un breve recuento, Moscoso puso de manifiesto que “sólo en las ciudades de La Paz y de El Alto, alrededor de 10 periodistas, camarógrafos y fotógrafos fueron agredidos y, de entre ellos, a cinco les arrebataron sus instrumentos de trabajo, por personas desconocidas”.
Continuó exponiendo que “pese a dar a conocer las denuncias, a la fecha, las organizaciones sindicales, como asociaciones del gremio, prefirieron callarse y acatar un “silencio cómplice, más parecido a la estupidez”, porque dejaron pasar el tiempo, hasta que los periodistas de base se pronuncien con una protesta pacífica, pero contundente”.
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