Hemos conversado -y los expertos dan recetas cada vez más convincentes- sobre la importancia/positividad que las ciudades sean hoy “ciudades digitales” o “ciudades inteligentes”, adoptando para ello una serie de reformas y parámetros tecnológicos que permitan facilitar, ordenar, acomodar y ayudar a la vida cotidiana de las personas/ciudadanos.
La Unión Internacional para Telecomunicaciones (UIT) indica que a fines de 2016 habrá más de 6.000 millones de personas con algún tipo de acceso a dispositivos móviles (en redes desde 3G hasta 5G); de manera que la interacción entre personas y entre personas y sus estados vía tecnológica es indiscutible, está presente y vino para quedarse, ello modificará toda la forma de pensamiento y de dirección del estado… hasta consolidar una Democracia Digital.
Corea del Sur, Suecia, Islandia, Dinamarca, Finlandia y Noruega, Holanda, Reino Unido, Luxemburgo y Hong Kong son los países con más alta hiperconectividad: conexión de sus ciudadanos e interacción con ciudades y plataformas públicas. El ex estado soviético de Estonia, totalmente abierto a capitales privados, es otro ejemplo de país que apostó fuerte a estimular inversiones en tecnología.
Ejemplos de Ciudades digitales huelgan: desde la facilidad de pago de impuesto desde el teléfono o tablet hasta la autoevaluación de un lote/casa para ser puesto en venta on-line; pasando por conocer y trasparentar las operaciones de los gobiernos (central/federal; estatal/estadual o municipal) dando paso al OpenGov (operaciones de gobierno abierto conocidas por los ciudadanos desde la tecnología), pero hay una acápite -quizá el más importante- que es referido a la participación en la Democracia digital.
Estados están invirtiendo en mejorar condiciones de infraestructura con mejores sistemas de gestión, administración, control y fiscalización en educación, salud, transporte, tráfico, seguridad, etc., desde plataformas de tecnología que requieren, naturalmente, redes con alta conectividad (hiperconectividad) para garantizar el flujo de información y principalmente decisión. Cuando una persona hace un clic sobre varias ofertas está tomando una decisión. Y esa decisión debe ser correctamente transportada por la plataforma tecnológica. Ya hay elecciones con “voto electrónico”. Si los estados están avanzando a pasos agigantados en modernizar estructuras de telecomunicaciones, naturalmente las “formas de gobierno” y de “participación” per se también lo están haciendo.
La gestión remota de la administración pública no es ciencia ficción. Un rey en África gobierna su pequeño reino desde Skype. El caso de su excelencia Cefas Bansah, es paradigmático del avance de la tecnología en la gestión de gobierno, en la participación ciudadana y en lo que ya se denomina Democracia digital.
Facebook, Twitter, Instagram y otras redes posibilitan la participación, las reuniones físicas/digitales de millones de personas, el lineamiento de puntos de vista y de opiniones y la formación de verdaderas “trincheras” digitales en donde se producen desde debates hasta proyectos. Volvamos al africano que vive y trabaja de mecánico en Alemania y al concluir su jornada laboral, desde su casa, en su laptop y vía Skype con corona en cabeza empieza a dirigir su gabinete y conducir sesiones para administrar el reino de Hohoe (Ghana, 300.000 habitantes).
Otro caso es Jun (3.500 habitantes, Granada, Andalucía) tiene como “principal forma de comunicación” de sus habitantes con los funcionarios del Ayuntamiento a través de Twitter.
Ello permitió desde mejor participación a reducción de costos. La tecnología está transformando a las ciudades, a los estados, a las formas de interacción y participación, está dando paso a la Democracia digital.
La hiperconectividad es inevitable por la infinidad de nuevos canales de comunicación (telefonía, Internet, video conferencias, SMS…) de manera que no es extraño que hoy nos conectemos con “cosas” inanimadas: ver cuánto hielo le falta al refrigerador o qué carretera está congestionada (caso M30 Madrid, gestionada desde plataformas tecnológicas). Las “cosas” te informan, responden y advierten. El famoso “Internet of things”.
Naturalmente el manejo, almacenamiento, gestión y administración de semejante data es una responsabilidad única. No faltarán los que intentarán robar o utilizar estos datos personales para fines ilícitos, pero el éxito de los estados modernos está en mejorar inversiones en transparentar operaciones y principalmente brindar seguridad a la data de sus ciudadanos.
A Boris Santos Gómez Úzqueda síguelo en Twitter: @bguzqueda
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