V. Roberto Millán Bueno
El pasado domingo 29 de mayo, EL DIARIO publicó la noticia de que se realizará en Japón una exposición itinerante de las civilizaciones andinas. Se proyecta llevar objetos tanto de Bolivia como de Perú para que los japoneses aprecien la historia y la cultura de estos países.
Que el Perú envíe cuanto quiera de los objetos prehispánicos es su problema, pero Bolivia no debería permitir la salida ni de una pieza arqueológica, sean litos, cerámica, joyas, chullpas, tejidos u otros.
En el año 2000, el Ministerio de Educación a la cabeza del extinto Tito Oz de Vila, y las autoridades de la DINAAR, en cooperación con el Museo Metropolitano de Roma - Italia, organizaron una exposición, llevando monolitos, chullpas, cerámica, tejidos, joyas, etc., “prestados” de los museos del Oro y Tiwanaku de La Paz, el Museo de Cochabamba, pero ni una sola pieza del Museo Regional de Tiwanaku, debido a la fuerte oposición de la Junta de Vecinos de ese poblado, por los antecedentes de otras exposiciones exportadas a Washington D.C., Cleveland, Ohio y otras ciudades de los Estados Unidos, que no regresaron.
Quisieron convencer a la Junta de Vecinos con un “convenio” suscrito entre el Gobierno boliviano y el Museo Metropolitano de Roma, con el que se comprometían a lo siguiente: “El Museo Metropolitano de Roma pagará al Gobierno boliviano UN MILLÓN DE DÓLARES por el préstamo de las piezas, un porcentaje sobre los ingresos que generen las entradas a los museos en Italia, además donará un equipo completo para investigaciones arqueológicas y se enviará a Bolivia RÉPLICAS de las principales piezas precolombinas en forma gratuita…”.
Dos años después, el autor de este artículo visitó al Director del Museo Tiwanaku en La Paz para preguntarle si retornaron las piezas arqueológicas, o sus réplicas, además de los equipos ofrecidos y el dinero comprometido…
El Director del Museo dijo: ¡NO!... “Todo era una mamada (una vil burla). Nada regresó, ni siquiera las réplicas ofrecidas. De los dineros ofrecidos tiene que preguntar en el Ministerio de Educación…”.
Con esos antecedentes, a los empleados de la Unidad de Arqueología (UNAR) se les debe estar haciendo agua la boca al pensar que puede ser un gran negocio el enviar al Japón hasta piedras de Pumapunku de 135 toneladas u otras verdaderas joyas de la elaboración de piedras que los tiwanacotas realizaron.
De los japoneses no se duda ni por un instante, no harían quedar ni una sola pieza, dado que es un pueblo muy culto, con una honestidad e integridad a toda prueba.
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