Sucre
Sucre (El Correo del Sur digital).- Desde hace casi un mes, el barrio Los Ángeles padece los rigores de la escasez de agua potable. Las obras civiles que se realizan en una posta sanitaria del lugar dañaron la cañería y, al parecer, el ducto quedó taponeado impidiendo el paso del líquido elemento.
El vecindario trabaja en esforzados turnos para tratar de solucionar el problema mientras espera que de una vez se habilite al servicio la dotación de agua desde el tanque de Molle Mocko, el cual abastecerá a la extensa mancomunidad Tomás Katari que comprende un total de 18 barrios.
Este es uno de los conflictos cotidianos que los vecinos deben enfrentar en una zona que en los últimos años muestra un crecimiento urbano acelerado. En el lugar se están instalando industrias y se anuncia que próximamente se construirán nuevos establecimientos vinculados con la banca y el comercio.
Pero, actualmente, los vecinos tienen que soportar todavía una serie de incomodidades, entre ellas una zanja pronunciada que fue excavada con el objetivo de instalar el tendido de la red principal de agua.
Esa obra inconclusa también viene perjudicando el trabajo de empresas que construyen infraestructuras privadas y públicas, las cuales se ven privadas de trasladar material para avanzar en esos proyectos.
Los ejecutivos de la Empresa Local de Agua Potable y Alcantarillado Sucre (Elapas) se comprometieron –según versiones de los vecinos– a acelerar la instalación de las tuberías. Los residentes del barrio temen que el intenso viento imperante en la zona pueda derribar los postes de luz que quedaron sin ningún sustento a causa de la excavación. También existe –dijeron– un compromiso de instalar en el futuro próximo una red de alcantarillado.
Gracias a la perseverancia e insistencia de uno de los vecinos, otras empresas de servicio, como Cotes y la distribuidora de gas también anunciaron que volcarán sus esfuerzos para extender sus servicios. En el caso del gas natural, la proximidad de la planta de ENDE hace que solamente se requiera de una prolongación de unos metros, mientras que el teléfono y el servicio de TV cable podrían estar instalados en las próximas semanas.
Otra de las limitaciones del barrio sigue siendo el deficiente servicio de transporte público. Al lugar solamente llega la línea “S”, y los vecinos se quejan porque a ciertas horas –sobre todo en las tardes–, los micros dejan de circular por el lugar. Al parecer, la falta de un contrato con el sindicato de transporte hace que muchos de los choferes no cumplan con los horarios. Los conductores se habrían quejado de una escasa afluencia de pasajeros.
Pero los residentes también se quejan de que algunos de los micreros maltratan a los usuarios permitiendo la subida de personas con animales domésticos (cerdos y ovejas) y otras veces exceden la capacidad de carga de los motorizados.
En otro ámbito y ante el creciente aumento poblacional, el vecindario reclama por la instalación de un puesto policial, en vista de que últimamente se registraron hechos delictivos como el robo de maquinarias de construcción y un lote de varias puertas metálicas pertenecientes a vecinos de la zona.
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