Antenor Fernández Yañez
EL Qhapaq Ñan (Camino del rico o comerciante), que comenzaba en Santiago (Hoy Chile), se desplazaba desde el siglo XVI, por la quebrada de Humahuaca (Argentina), y en el tambo Real de Calahoyo, (hoy frontera Arg. Bol.) se bifurcaba en tres ramales, uno por Reinecillas hacia Cinti, el otro por Talina–Tupiza hacia el norte, y el tercero, por la cumbre de Sarcarí a Esmoraca-San Cristobal-Portugalete-Huanchaca, antiguas minas explotadas durante la colonia.
Este camino de herradura, en el siglo XVI unía de sur a norte (viciversa) a siete países de nuestro continente desde Santiago de Chile se extendía hasta Pasto (Colombia).
Los arrieros de esa época, recorrían por una red precisa de sendas con sus caravanas de mulas, caballos y llamas por “aguadas”, “tambos”, (paradas), transportando sobre sus lomos carga diversa, recorriendo por día: cinco leguas (25 kms.) por zonas de producción agropecuaria, explotación minera y centros ceremoniales en profundos cañadones, formidables laderas, superando en agotadoras jornadas imponentes montañas.
DE ESMORACA A SAN CRISTOBAL
La Revista Nuevos Horizontes de EL DIARIO, en su reciente visita a la población de Esmoraca (frontera con la Argentina), pudo observar y recoger valiosos testimonios del pasado tanto de la explotación aurífera (oro) época colonial y vestigios de la red vial prehispánica, que tuvo la virtud de conectar a siete departamentos del alto Perú (Hoy Bolivia).
Desde la bajada de “La Apacheta” cumbre de Chuqui, se puede apreciar en el sur, el sinuoso trazado del camino prehispánico del “Tirabuzón”, una secuencia de curvas muy cerradas por donde descendían las caravanas hasta llegar al río San Juan del Oro, de abundantes cultivos y vegetación en ambas riberas, y que se define a esta región como “Valle Rico”.
En época seca (mayo a septiembre), se podía “vadear” (cruzar) este río y proseguían hacia Esmoraca, desde este valle llevaban maíz, trigo, harina y otros a Santa Isabel, trepaban la cumbre hacia el desierto de Los Lípez y tomaban el rumbo hacia San Cristóbal, mina “La Hedionda” explotada por los españoles desde el siglo XVII.
MINERALES EN TURRILES
En temporada de lluvia, era alto riesgo cruzar el río San Juan del Oro, subía el nivel del agua “banda a banda”, en el pasado siglo acomodaban el mineral en turriles, los mismos flotaban, los expertos “vadeadores” se introducían en el agua hasta el cuello y empujaban los turriles hasta la banda opuesta.
En su cuenca alta este río, presenta aguas profundas en su lecho de arena, su desplazamiento es lento, el mineral wolfram extraído del cerro “Azulejos”, de la mina “Pueblo Viejo”, era transportado por la cuesta del “Tirabuzón” hacia la estación ferroviaria de Villazón y desde ahí, a puertos del Pacífico.
Con el transcurso del tiempo, la senda del Qhapaq Ñan desapareció y estos antiguos caminos de herradura se habilitaron para carretas y luego en plataformas para vehículos motorizados.
Este camino es un tramo de la Red Vial Prehispánica y se conectaba con otras sendas a minas coloniales en explotación como a “Portugalete” (el segundo Potosí, por su plata de alta ley), a Gran Chocaya, a donde llegaron súbditos de Arabia y de la India en busca de fortuna y otras que estaban ligadas al Qhapaq Ñan.
Naturalmente, para desplazarse sobre la me-seta altiplánica, los arrieros en Esmoraca, cargaban en sus mulas de relevo “chala” (hojas de maíz disecado) como también alfa alfa y ceba-da, de manera que sus nobles animales tenían alimentación adecuada y podían soportar el largo viaje en el desierto.
José Estévez Castillo, sobre esta Red Vial Prehispánica, hizo una detallada exposición en “Villazón 2009”, además, la UNESCO, tiene el objetivo de declarar Patrimonio Mundial a estos caminos prehispánicos.
Cabalgar sobre el lomo de mulas y caballos por varias horas, producía ardor en las entre piernas, había adormecimiento, estaban expuestos a la lluvia, nevada, viento y se traducía en cansancio, el Qhapaq Ñan, es-taba ligado a las “rutas de la sal, coca, ají, en sí durante la colonia y época republicana, el oficio de “arriero”, era muy sacrificado, pero, reportaba buenas ganancias para los jóvenes, pro-tagonistas de grandes travesías por el continente.
Desde las tierras del norte, los comerciantes llegaban a las mi-nas con alcohol, desde Huanca-velica- Perú, azogue (mercurio), coca de Yungas, chuño, bayetas, tocuyos, “phulllus”(colchas) tejidos con lana de oveja,” (cigarrillos con tabaco de Huacareta), ají de las pampas de Tomina (hoy Padilla).
En la ruta y ramales del Qha-paq Ñan, había “Tambos” (paradas), refugios o casonas de piedra o adobe con canchones (corrales), donde los viajeros descansaban saboreando lagua caliente con charque, mates de cedrón, toronjil o menta. Restos de estas construcciones se pueden apreciar en varios luga-res de esta ruta.
Escudriñando con atención las laderas de estas formidables lomas altas, se puede apreciar líneas que se pierden por los cañadones, son antiguas sendas del Qhapaq Ñan, por las mismas descendían los llameros que venían trayendo sal, quinua, charque, pupusa, cha-chacoma, además de sogas, talegas, bolsas grandes confeccionadas con fibra de llama y de alpaca para cambiar con granos de maíz.
Cada llama, transporta dos “thicas” (adobes de sal), para su intercambio con granos, este noble camélido cumplió un importante rol du-rante la colonia, era el animal más efectivo para transportar mineral, y a sus propietarios le beneficiaba hasta proporcionándole su fibra y carne; estos animales, se alimentan del pasto diminuto de las ciénegas o bofedales y de hierbas que brotan junto a la paja brava.
En la actualidad, perviven las Ferias de: Vitichi, Puna, Sevaruyo, Huari, ya no viajan en mu-las, los comerciantes de las tierras altas y ba-jas, se concentran en estos pueblos cada año, todavía persiste el “trueque”, intercambian se-millas, objetos diversos para la actividad agro-pecuaria, venden animales: ovejas, vacas manteniendo la esencia de la época colonial.
“TAPADOS” EN MONTE RICO
El otro ramal del Qhapaq Ñan, es el que sale desde Calahoyo, pasa por Berque, ingresa a la cuenca del río San Juan del Oro, pasa por Che-cona, Talina, sigue por Tupiza, rumbo norte ha-cia San Miguel, Salo, Almona, Cotagaita, Vi-chacla, Calcha, Vitichi hacia Potosí.
A siete kilómetros al norte de Tupiza, frente a la ex cuadrilla ferroviaria de Tambillo Alto, existe un paraje de churquis, por medio de es-tos arbustos las antiguas caravanas subían hacia la Abra , era un paraje solitario, sufrían cuentes por ladrones, eran despoja-dos de sus pertenencias.
Temerosos de perder su fortuna, los comer-ciantes escondían sus joyas, monedas, cade-nillas de oro y plata y otros objetos de valor enterrando en pequeñas ollas de barro bajo los churquis.
Los abuelos relataban hallazgos de estas va-sijas enterradas con riquezas, conocidos como “tapados”, aunque muchos perdieron la vida al inhalar los gases venenosos que concentran los metales al estar dentro de la tierra por mu-cho tiempo.
“Cuando llovía, bajo los churquis brotaban pequeñas llamas de fuego, los más audaces se acercaban y clavaban cuchillos en ese lugar como señal y al día siguiente con picos desen-terraban los “tapados” y este lugar ganó fama y recibe el nombre de “MONTE RICO”, comentó un vecino de Tambillo Alto.
Este ramal del Qhapaq Ñan, tiene relación directa con la Guerra de la Independencia, por estos caminos se desplazaron las tropas argentinas proceden-te de Tucumán y Salta que com-batieron contra las fuerzas rea-listas.
Desde hace 12 años, exper-tos investigadores de los países andinos vienen explorando y si-guiendo las huellas del Qhapaq Ñan, con apoyo del Centro de Patrimonio Mundial de la UNES-CO, una tarea que implica reali-zar largos viajes y acopiar datos sobre este antiguo camino tra-zado y recorrido por los viajeros del pasado.
(Antenor Fernández Yañez, cel. 73041229).
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