Según expertos
Los bloqueos y marchas de protesta, además de generar estrés, interrumpen el normal desenvolvimiento de la sociedad, señalaron los expertos urbanistas Carlos Peláez y Norman Ríos.
En opinión de Peláez los disturbios, marchas y bloqueos constituyen una de las modalidades más frecuentes de protesta social, sin embargo, es contraproducente para los objetivos de desarrollo de una sociedad, porque se constituyen en atentado al desenvolvimiento público.
“Estas son manifestaciones que interrumpen el normal desenvolvimiento de la economía y de la sociedad en su conjunto, que a la postre dejan secuelas y daños irreversibles de superar”, comentó.
Peláez señaló que los paros y bloqueos, cada vez más frecuentes en nuestro medio, están asociados a la convulsión que conmociona el andamiaje de una sociedad, con graves perjuicios futuros en su desarrollo. “Una sociedad en estas circunstancias se queda estancada y con pocas posibilidades de mejores días”.
Para el experto si al caos e incertidumbre que generan las protestas, se suma la violencia, se podrá advertir, además, el aumento de los niveles de inseguridad, que pueden desembocar en inconductas nocivas y dañinas para una sociedad, como la que habita la ciudad de La Paz, por lo cual los gobiernos central, departamental y municipal deben analizar los efectos colaterales altamente perjudiciales.
Pese a la existencia de normas vigentes en Bolivia, inclusive para la Policía, es imposible hacer cumplir la libertad de locomoción de la sociedad.
Los efectivos policiales, muchas veces, quedan superados o solo intervienen en situaciones de menor complejidad, lo que deja vulnerables a los ciudadanos, ante las acciones arbitrarias y atentatorias al orden público asumidas por algunos actores sociales.
“La violencia es un factor negativo que, en la mayoría de los casos, se traduce en daños a la propiedad privada, en saqueos y en agresiones a la autoridad policial”, dijo.
La Paz está soportando desde hace muchos años atrás las consecuencias de las protestas a nivel nacional, por lo que en su momento fue considerada esta ciudad como inviable para el desarrollo empresarial.
“Los paceños todos los días tienen que lidiar con una marcha diferente o un paro, lo que afecta en los objetivos de desarrollo de la economía regional”.
En esa línea, el experto Norman Ríos señaló que, además de las consecuencias económicas, otra de las secuelas que dejan las protestas es el estrés, que es una respuesta automática y natural del cuerpo ante una amenaza del entorno. O sea que se atenta también contra la salud de la población.
“Se trata de una adaptación al medio, el problema aparece cuando esa situación se alarga en el tiempo y pasa a ser algo insostenible al igual que perjudicial para la salud física y mental, ya que en el momento los pobladores deben lidiar con estas acciones, en el caso de la ciudad de La Paz casi todos los días”, dijo.
Indicó que el estrés causado por las marchas y paros es una situación que se agrava con el pasar del tiempo.
Según el psicólogo Cristin Torcate, el estrés ya se conoce como la enfermedad del siglo XXI. Sin embargo, el estrés político no está dentro de la categoría de trastornos, pero sí como el detonante para las personas propensas a depresión o crisis emocional. “Bolivia es un país con situaciones estresantes marcadas por aspectos económicos y políticos”.
Ríos expresó que el estrés político y económico en La Paz ha aumentado la preocupación por la seguridad, alimentos, vivienda y la economía, los mismos que son escenarios que empeoran el estado psicológico del ciudadano. “Somos esclavos de nuestra propia prisa. El problema no radica en el estrés, sino con qué frecuencia lo experimentan las personas, y qué habilidades han desarrollado para enfrentarlo”, dijo.
En su opinión, la incertidumbre política definitivamente ha llevado a que el estrés se desarrolle en muchas personas. Las tensiones que se generan por las protestas y por las acciones emprendidas por el Gobierno en áreas económicas y políticas producen un clima estresante que coacciona al sentir de las personas.
La salida, según Ríos, es evaluar y ajustarse a la realidad. No quedarse en las circunstancias externas que alimentan el caos. El trabajo individual y mancomunado son elementos fundamentales con los cuales se construye una sociedad, sin marchas, bloqueos, entre otros.
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