Punto aparte
Cuando la experiencia de vida se prolonga, se presta para formular algunas comparaciones y también, con la relatividad del caso, algunas conclusiones. Pues, ser testigo de varios tiempos, enriquece los conocimientos, pero al mismo tiempo se acumulan las enseñanzas.
Algo que corresponde señalar es que se incurre en precipitaciones cuando se emite juicios de valor, más o menos pretendiendo dar cátedra, sobre personas y sucesos. La postura más apropiada, en estos casos, es aceptar y aplaudir aquello que merezca.
En cambio, cuando el impacto sea adverso, lo mejor es no adoptar una posición negativa, sino de comprensión y mejor todavía de indiferencia. Puede que otras personas tengan impresiones distintas, entonces hay que respetarlas.
Esta es la mejor forma de fortalecer la convivencia social, sobre la base de la tolerancia y la pluralidad. Si se tiene una determinada fe religiosa, dejar que ella juzgue, porque siempre es superior al juicio personal.
Empero, el punto central de estas líneas pretende ser algo mayor, que atañe al conjunto social, no sólo limitado a las fronteras geográficas, sino a la humanidad en su conjunto.
Conviene reflexionar sobre el tiempo actual y establecer cuánto avanzaron la creatividad y las realizaciones. Sencillamente, sin desmerecer para nada el pasado, esta época que estamos viviendo es prodigiosa. Y si se quiere vislumbrar la perspectiva, podría resultar pretencioso. Es tanto lo que ofrece este tiempo, que es inimaginable lo que sobrevendrá, pues se están consolidando nuevos cimientos para lo que vaya a acontecer más allá.
Tanta es ya la familiaridad que tenemos con la computadora, por ejemplo, que pareciera que es natural que exista. Sin embargo, eso es quedarse en la superficie. Haber creado la computación es toda una genialidad, al punto que es imposible cuantificarla.
Con alguna ligereza y, a veces, hasta con simplismo no se advierte la magnitud de la globalización. El reduccionismo mental hace suponer que se limita al comercio y al enriquecimiento de unos cuantos avispados.
Se pierde de vista que, cuando tenemos en las manos un celular, para citar lo que en la actualidad hace suponer que es casi el equivalente a tener un juguete más, esta vez sí, para los adultos más, virtualmente se está al alcance de todo el conocimiento humano, si acaso se quiere aprovechar todas sus riquezas.
Antes de la computación y de los celulares, era necesario leer muchos libros y emplear bastante tiempo y atención para extraer sus beneficios.
Esto, sin embargo, no demerita al libro. Éste sigue siendo indispensable para la formación de los valores sociales y el conocimiento, de forma que no puede ser sustituible. De su valía es factible sostener que jamás podrá prescindirse de él.
Al echar una mirada de mayor intensidad a lo que hoy forma parte de nuestro entorno, resulta que tenemos todo un nuevo mundo, una forma de vivir, inclusive. Esto es lo que milagrosamente depara la tecnología que tenemos a mano y hasta podemos atisbar, siquiera, las perspectivas de los tiempos por venir.
Cómo es posible imaginar que el hombre haya creado un avión que no requiere ya del combustible acostumbrado, lo cual fue ya un portento de la ingeniosidad humana, pero que ahora ese aparato puede volar miles de kilómetros con el sólo aprovechamiento gratuito de la energía solar.
En cuanto a la vida humana, el límite de edad está sobrepasando toda previsión anterior. De acuerdo con los avances de cada tiempo, se le fueron dado un máxima de sesenta años, luego setenta, pero no se vislumbraba que los ochenta estén en pleno auge y que pronto se sobrepase los cien.
Sin duda, mejor no llegar a tanto, porque puede ser limitante en cuanto a conservar la buena salud. Pero por lo que está sucediendo puede que ella se haga también realidad. El avance de la ciencia es tan gigantesco que virtualmente es posible decir que, como en la tecnología, no tendrá límites.
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