Omisiones y errores en una Historia Monetaria

El golpe de Estado fue preparado para que tome el poder el campeón del libre comercio, Daniel Salamanca, pero se le adelantó en el intento Bautista Saavedra, subjefe del partido, que se identificaba con la posición de José Luis Tejada Sorzano. Es más, desplazó definitivamente a Salamanca que, al haber quedado con los crespos hechos, se pasó a la oposición liberal que combatía a sangre y fuego hasta la víspera.

Por tanto, desconocer esos episodios fácticos es mantener vigente la vieja escuela historicista boliviana, en especial sobre la cuestión monetaria y no proceder a una revisión de la historia económica y política de esa época.

Otra notable omisión en este capítulo es el fugaz estudio de las medidas de la Misión Kemerer de 1928 que merecían mejor atención, en particular el efecto monetario que causó en la economía, en especial en la agraria, que produjo el principio del colapso total de la agricultura y que culminó con la reforma agraria de 1953.

Pero una omisión mayor es la referida a la política monetaria durante el gobierno de Salamanca (1932-1934). En medio de varias “lagunas” no se estudia la utilización que se hizo en ese gobierno de las libras esterlinas, moneda que ya tenía una notable historia, asunto que no es contemplado en el libro, pese a que existe bibliografía al respecto. Tampoco, entre otras muchas, desconoce el pago que hizo Bolivia para la repatriación de 22.000 prisioneros bolivianos que se encontraban en Asunción, trámite que no solo fue costoso sino difícil.

El asunto de las libras esterlinas adquirió desde el gobierno de Salamanca creciente importancia y más aún hasta fines de la década. Las 3.350 libras esterlinas no existen en esa época para el libro ni para el Banco Central, principal protagonista de su existencia.

Aparte del descuido en el tema citado, se presenta otro más notable: la historia y el trasfondo del decreto de 7 de junio del presidente Germán Busch, el mismo que tocó el fondo monetario del país al haber concentrado en el Banco Central el cien por ciento de las divisas de la minería, así como la “nacionalización” de ese Banco y el Minero y disposiciones anexas.

Al respecto no es bastante decir en un texto oficial de esta naturaleza que el decreto de 7 de junio es “fecha emblemática para el nacionalismo boliviano”. El tema merecía mayor profundidad y no ser subestimado desde un punto de vista conservador.

Mas enseguida se destaca no solo un error sino una falsedad. Luego de referirse a la trágica muerte del presidente Busch, indica que el siguiente “gobierno de Peñaranda” con su Ministro de Hacienda, Edmundo Vásquez, recibió la tarea de “desmantelar el programa económico de Busch” y que su ¡“sucesor, el General Quintanilla”! se dedicó a incrementar las relaciones con Estados Unidos, etc.

Aquí se nota un error notable cuando asegura que Enrique Peñaranda fue sustituido en la presidencia por Carlos Quintanilla, error de magnitud, pues Peñaranda fue quien en realidad sustituyó en la presidencia a Quintanilla, quien a la vez ocupó la presidencia ante la muerte de Busch y enseguida convocó a elecciones que fueron ganadas por Peñaranda. (En su texto el autor afirma: “El presidente Peñaranda, y luego su sucesor, el general Carlos Quintanilla… ”. Pág. 123).

Se trata, pues, de un error lamentable, más aún en un libro oficial como éste, preparado, redactado y corregido por una treintena de funcionarios bancarios, historiadores de nota y expertos correctores, todos ellos citados por BCB en la Presentación del Segundo tomo, firmada por el Presidente del Banco Central, Marcelo Zabalaga Estrada.