En todos los países democráticamente institucionalizados las Fuerzas Armadas son la garantía común de estabilidad e imparcialidad política en lo interno y de defensa de su independencia e integridad territorial en lo externo. Los ejércitos más profesionales y preparados militarmente se empeñan en su capacidad técnica y eficiencia por encima de afanes de política interna. Su dedicación son las armas, dejando la política a los civiles.
Si partimos de estos principios, preocupa la adopción de actitudes políticas expresas de su parte. A poco de la llegada al poder del “proceso de cambio”, se contempla una escalada creciente de politización de las FFAA, empezando por el saludo: “Patria o muerte, venceremos”, sello político castrista y que no deja lugar a dudas sobre una línea extremista.
Siguió una franca toma de posición en ocasión de las paradas militares y actos oficiales de las FFAA, en los que invariablemente los comandantes en jefe de turno ratificaron su identificación en términos tales que no sólo se referían al proceso de cambio, sino al partido oficialista. No se puede afirmar hasta qué punto se trata de una acción inducida desde el Gobierno ni de qué medios se vale al efecto, pero sobre estas bases el presidente Evo Morales propuso el adoctrinamiento ideológico “anticolonialista y antiimperialista” como doctrina oficial de los cuadros militares.
Así en el aniversario 205 de la creación de las FFAA, en Oruro, el Capitán General dijo que ese día había decidido la creación de la Escuela de Comando Antiimperialista, y añadió que los oficiales de las tres Fuerzas debían pasar por esa Escuela como requisito indispensable de ascensos. Esta medida no solo tiene connotación ideológica, sino que inclusive compromete al país en una posición casi belicista que, vendría a confirmarse, con la convocatoria a una cita Regional y del Caribe destinada a que Bolivia se constituya en “capital regional antiimperialista”, anuncio hecho en la “cumbre” de la Conalcam en Cochabamba, a la que asistieron delegaciones de Argentina y Chile.
El proceso de politización de las FFAA se corona con la Marcha a Evo Morales, después que el Comandante del Ejército Gral. José Luis Begazo Ampuero convocara el 2015 a un concurso para la letra de esa Marcha (himno), desde los premilitares, cadetes y oficiales de las tres Fuerzas, en vista de que la música se encontraba compuesta desde el 2011 por el militar Basilio Vargas Ríos. La letra pertenece a Eduardo Lafuente Limache, la que se refiere a una serie de tópicos del Capitán General, contemplados en la misma convocatoria.
Al conocerse este extremo se generaron censuras y aplausos. El ministro de Defensa Reymi Ferreira dijo que el Comando en Jefe no la había considerado, sin embargo el Comandante de la 10ª División de Tupiza ordenó su entonación por los regimientos de su dependencia y también se la interpretó últimamente en el aniversario del Colegio Militar.
Por definición las FFAA no pueden identificarse con ninguna ideología porque representan a la Nación en su conjunto, colectivo en el cual conviven diferentes pensamientos políticos; lo contrario significaría una amenaza a la libertad de pensamiento. Siendo las FFAA depositarias de las armas del Estado su posición no puede ser otra que la de absoluta imparcialidad, pues si no fuera así romperían el equilibrio estable del país en sus sectores sociales y políticos. Que la Constitución les mande sostener a los órganos o poderes democráticamente instituidos no quiere decir que se conviertan en guardia pretoriana. El culto a la personalidad debe ser dejado a las facciones políticas que quieran hacerlo, pero las FFAA deben mantenerse como el fiel de la balanza.
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