En la historia de la humanidad, libertad y justicia estuvieron ligadas para lograr condiciones dignas de vida para los pueblos; ambas condiciones se han hecho fuerza de la unidad y la democracia que se complementan con los derechos humanos consagrados mundialmente y que conducen los destinos de las naciones para un ejercicio pleno de los deberes y obligaciones de los hombres en unión de todos para la vigencia de la democracia.
Muchas veces las libertades han derivado en libertinajes tan sólo por la falibilidad del ser humano que cree ser poseedor de todo sin necesitar nada, que siempre piensa, en su soberbia, que sólo es dueño de su vida y como tal puede hacer con ella lo que mejor convenga a sus intereses; hay casos en que los hombres, por falsas condiciones que se da a la libertad, transigen con todo lo malo y convierten el bien haciéndolo libertinaje que deriva en tiranías y dictaduras por parte de quienes se han hecho de los poderes de los pueblos, contrariando toda moral y toda ley.
Cuando los pueblos son obligados a vivir en condiciones de conculcación de sus derechos de libertad y justicia, anhelan que ambos bienes retornen en su beneficio porque comprenden que los han perdido por conductas alejadas de la unidad, de las leyes y de las condiciones morales que todo hombre debe tener para vivir en consonancia con sus semejantes y como base y sustento de la justicia, las libertades y la democracia. Mucho ha costado a los pueblos conquistar plenamente la libertad política, económica y social, pero más les ha costado mantenerla incólume y afianzarla en la vida del pueblo mediante la educación y la cultura; les ha costado recuperar lo que perdieron por propia culpa, pero, cuando la recuperaron olvidaron las experiencias y cayeron en los mismos yerros sin tomar conciencia de que esas reincidencias son fruto de inconductas y carencia de virtudes para valorar lo bueno que se tenía y todo esto es consecuencia de incultura y falta de educación y formación en valores y principios que todo hombre debe adquirir desde los inicios de su vida en el entorno familiar.
Las libertades del ser humano se sustentan en los sentimientos de justicia que alberguen en sus mentes y corazones para vivir y actuar en parámetros de equidad, ecuanimidad, caridad y amor que hacen a la justicia. Caudillos de muchas naciones, atenidos al poder que tienen, consideran que sus pueblos deben sufrir avasallamientos a sus derechos y los hacen siervos o esclavos de voluntades que se creen omnímodas y dueñas de vidas y haciendas y hacen que las conductas observadas promueven la reacción de los pueblos que ven la realidad de su situación y, al valorar las libertades perdidas, claman por justicia que, muchas veces, es mal administrada por quienes obedecen solamente al poder instaurado.
Las experiencias de naciones de todo el orbe que han vivido en condiciones ajenas a sus derechos, generalmente han sufrido la falta de educación que acrisole sus virtudes y las haga valores y principios. Pueblos ajenos a las libertades no han comprendido que la libertad de expresión es cimiento de toda libertad porque nace de la libertad primigenia que es el pensamiento que es inviolable, intocable y propio de cada persona. Cuando los hombres sojuzgados por el derecho de la fuerza que conculcó sus libertades permiten la mala administración de la justicia consienten irresponsablemente en ello, denotan presencia de intereses subalternos que no pueden ser de todos los componentes de un pueblo.
Espacios de vigencia de la libertad y la justicia, muchas veces son violados o amenazados por quienes -inclusive teniendo vigencia legal, legítima y democrática- absorben la plenitud de poderes y hacen mal uso de los mismos porque viven aferrados a ambiciones y conductas que no corresponden en un país en que, se piensa y cree, deben regir la justicia y las libertades plenas. Libertad y justicia son síntesis de la unidad y la democracia, condiciones de vida para gobernantes y gobernados que no deben ser conculcadas si se quiere que sean instrumentos para conseguir el desarrollo no sólo económico sino en educación y salud, bienes generalmente descuidados y hasta subalternizados por otros intereses que son menores en toda circunstancia. Remediar todo es posible en concordia y armonía, especialmente si se despejan los sinvalores que son los complejos, los odios, las ambiciones, los resquemores, las diferencias de clase y los revanchismos que mancillan y postergan.
Libertad y justicia son inviolables si realmente se quiere conseguir que la democracia sea fundamental en la vida; si efectivamente se adquiere la convicción de que la educación y la cultura pueden alcanzar altos índices de salud física y moral tomando conciencia de que la práctica de valores y acatamiento a las leyes permiten una práctica responsable de la libertad que abre las compuertas de la vida con vigencia de la justicia.
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