Es preocupante, para el gobierno y para el Estado en su conjunto, el hecho de que, por un lado, haya invitación a capitales extranjeros y nacionales para invertir en el país; y, por otro, el hecho de que según estudios realizados por Fundempresas (EL DIARIO 31/V/2016) se hayan cerrado -entre 2011 y 2015- 13.241 empresas en todo el país, creando una situación que, por el lado que se vea, llama poderosamente la atención y no deja posibilidades para ver el futuro con alguna esperanza.
El gobierno, en la administración pública y las empresas que están a su cargo (ej. YPFB, COMIBOL, ENDE, ENTEL y otras) emplea a muchas personas; pero la esperanza de positivo desarrollo y progreso nacional radica en las inversiones, trabajo y creación de empleo de las empresas privadas. El informe es sugerente en todo sentido y llama a seria preocupación especialmente por la crisis económica en que vivimos y que, con seguridad, se agravará mucho debido a los menores ingresos que se perciba por exportaciones que, está comprobado, han bajado sustancialmente.
Conforme a la información de Fundempresas en los últimos cinco años “el cierre de empresas fue en aumento, debido a matrículas canceladas por gestión; el cuadro publicado es claro y en resumen muestra: en 2011, 1.363; en 2012, 2.034; en 2013, 1.913; en 2014, 2.584; en 2015, 5.347 y, en lo que va del presente año, 1.654 empresas. En orden de cantidades, Cochabamba lidera el cierre en este año 2016: con 475; La Paz, 426; Santa Cruz, 297; Oruro 204; Chuquisaca, 99; Tarija, 70; Potosí, 50; Beni, 27 y Pando, 6 empresas”.
Efectivamente, la mayoría son empresas pequeñas, seguidas por las medianas y algunas de relativa importancia; pero, todas, individualmente y en conjunto creaban riqueza, producían y generaban empleo. Automáticamente, surge el interrogante: ¿Cuánta gente quedó desocupada? ¿Cuántas personas lograrán nuevos acomodos pero sin mayor certeza de tener seguridad de permanencia, salarios o sueldos más o menos dignos, seguro social, perspectivas de aguinaldo y otros beneficios? Es, pues, dramática la situación de esas personas.
Es preocupante la situación en que quedarán muchos de los empresarios emprendedores que han cifrado esperanzas en el trabajo que realicen así sea a nivel familiar; ¿cuántos deben lamentar haber prescindido de personal capacitado, eficiente y honesto que contribuía con su trabajo a mejorar la producción y mostrar perspectivas halagüeñas para el futuro?
Las causas son ampliamente conocidas por el país: exigencias tributarias, pago de doble aguinaldo, aumentos salariales, competencia del contrabando y otros prácticamente insoportables para quienes, a duras penas, han seguido trabajando hasta llegar al extremo del cierre.
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