¿Guerra civil?

Después de declarar su derrota en el referendo, abrupta surge la malicia de pretextos infantiles, inútiles que se mofan y burlan del pueblo, menospreciando su voto y soberanía sobre todo a sus derechos. Como dueños de hacienda imponen un “segundo tiempo”, en un cínico y desmedido abuso de poder que insiste en agredir a toda persona que no comulga con el proceso, poder hegemónico que perdió el juicio y la cordura, afanándose en encender las llamas de una “guerra civil”.

Fueron las redes sociales, la juventud y el pueblo que dijeron “NO” al “si me quieren o no me quieren”, motivando reacciones nada democráticas, cuya virulencia de sus amenazas afectaron la paz social, actitudes de una moral tan brutal por mantener la insaciable angurria de poder, desde luego a las malas, con tal de cumplir el objetivo.

Un socialismo perturbado en la maraña de su soberbia, ambiciones y corrupción, no pudo evitar el pecado de la lujuria que engendró torcido melodrama de un “supuesto tráfico de influencias”, tan demoledor que obliga lavar imagen a través de una comisión protectora congresal, que investiga sin tocar a los actores del escabroso delito, e iniciar en los contratos “chinos” seguros de no encontrar indicio alguno, no se dan por aludidos viendo que el delito grita a simple vista. Así las enmiendas incoherentes de los ministros defensores solo avivaron el fuego del escándalo, ayudados por la perfidia de “mi rey”, que con odio en el corazón arremete amenazando de muerte o “enterrar cinco metros bajo tierra”, a todo opositor o denunciante.

Mientras en Cuba, Morales se queja y pavonea declarando que su derrota fue una “conspiración injusta” de “calumnia, mentira e infamia”, sorprendiendo con este cuento a la prensa cubana, ¡qué infamia! ¿De quién fue la “conspiración”?, de la desarticulada oposición o de ellos mismos, tan diestros en la demagogia del engaño y la mentira, que cada desacierto o falacia como papa caliente, pasan a sus enemigos o la prensa como los causantes de sus errores. La acometida furiosa contra el Dr. León que distrae y desvía el caso Zapata, demuestra con cuánta facilidad manipulan a la justicia servil, que pese a su amañada “cumbre” continuará como el trapo ruin de la inmundicia, pues se vulnera y pisotea la Constitución Política, los derechos constitucionales, humanos y ciudadanos. Toda una caza de brujas que persigue, encarcela y amedrenta a la libertad de prensa, anulando la institucionalidad y su independencia, como en las FFAA, cuyos mandos endulzados de prebenda política, comprometen a la institución a espaldas del resto de sus miembros, los buenos militares de convicción que respetan a su institución.

Los letreros, como el de “Todos somos iguales ante la ley”, son un chiste. Se observa a una autoridad con libreta trucha, usurpando título profesional, “delito dizque recién descubierto”. Marcelo Ostria T. le recuerda un currículo criminal y delictivo (AIRA 15-02-09), de quien ahora instiga, solivianta, alborota, y envenena a los campesinos, incitando a pelear y defenderse de los karas, con una serie de alegorías y mentiras de circo; ellos piden armas y municiones para una revolución de muerte. Textual, su tesis: “el kara debe desaparecer”, digno de un cinismo que miente y miente, un héroe comunista que a la militancia llena de orgullo. Esta pésima talla moral de malos ejemplos invade de oscuridad nuestro país, influyendo en el comportamiento del pueblo y la pérdida de sus primordiales valores.

Amando la libertad y respetando su democracia, la juventud y el pueblo cívico nacional rechazan vehemente la perversa idea del “segundo tiempo”, las amenazas de agrupaciones sociales masistas. El pueblo organizado en apronte se apoya en la seguridad ciudadana, sin descuidar la exigencia de una comisión internacional, que investigue el “tráfico de influencias” que recae en el Presidente, y sobre la dama ejecutiva de CAMC, que firmó contratos en un despacho de gobierno y todo lo relacionado.

Por el histórico despilfarro económico el país no alcanzó el ansiado progreso y desarrollo. Los neoliberales también corruptos gobernaron sin plata cinco años y no diez, y seguimos postrados como uno de los últimos países de América.