No estoy de acuerdo con esa ley contra el piropo que tantos aplausos ha recibido entre quienes se inscriben como respetuosos del buen comportamiento y defensores de una sociedad civilizada. En este carnaval político y farandulero en que vivimos los bolivianos, todo lleno de disimulos e hipocresía, cuando escarbando un poquito afloran conflictos morales que asombran, lo que faltaba es que el infeliz ciudadano no pueda decirle a una dama que es bella. Me parece que si esa ley se hace realidad es mejor irse a vivir a otro país menos mojigato y donde no se confunda el piropo con el acoso.
¿Cómo se puede hacer cumplir una ley contra el piropo? ¿Con qué se va a medir el daño que provoca un requiebro? Nadie está de acuerdo con que a una persona se la manosee en la calle o que se le diga groserías, pero para eso está la autoridad. El piropo no tiene nada que ver con las violaciones y abusos contra menores que se dan en Bolivia, ni tampoco las alienta. Mirar algo bello, decirle algo bonito, y hasta echar un suspiro que sale del alma, no ofende a nadie y hasta debe resultar halagador para quien lo recibe, si está dentro de términos adecuados.
Es inaplicable una ley de esa naturaleza. Simplemente porque se puede piropear con la mirada, sin abrir la boca. Pero eso es peor, porque eso sí se puede tomar como una propuesta indecente. Si no te dejan decir algo, miras. ¿Entonces, por qué no dejar que se haga una lisonja a lo bello? ¿Se puede evitar que un hombre diga algo, aunque sea entre dientes, al paso de una beldad? ¿Qué peligro representa un anciano, de la profunda Tercera Edad, que al ver pasar a una preciosura, gime en la calle como el perrito que quiere salir de su casa a orinar? ¿Le van a cobrar 500 bolivianos al buen señor? ¿O lo van a llevar preso para consternación de su familia? ¿Cuando hace rato que ya es inofensivo para los peligros que justifican la propuesta de ley?
Que no nos cuenten que en Argentina hay una ley contra el piropo porque eso causa risa. Tal vez allí se les va la mano y asoma el acoso sexual que es muy distinto. De igual forma, no he visto nunca que un policía se cargue a un argentino lisonjero del bello sexo. El piropo es el reconocimiento a algo bonito, un homenaje a las mujeres que se esmeran por estar atractivas, por sentirse admiradas. ¿No las iremos a desincentivar con tonterías? Esto se ha convertido en un país de solemnes notables que quieren estar al día con la modernidad, pero alejados totalmente de nuestros sentires.
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