El caso “agua para Cochabamba” data de muchos años; son numerosas las empresas y entidades que han intervenido, en diversos gobiernos, para conseguir que Misicuni sea una realidad. Hay diversas explicaciones -que no son razones- por las cuales no se habrían realizado las obras y tan solo, en determinado tiempo, se entregó el suministro de agua, pero en forma limitada. La represa de Misicuni, obra de gran envergadura, estaba a cargo del Consorcio Hidroeléctrico Misicuni, cuyo compromiso fue disuelto, justamente por incumplimiento de contratos.
En el año 2014 (Inf. EL DIARIO 6/VI/16) se firmó un contrato con la empresa china CAMC Engineering y la mexicana Techo Suelo Bolivia para terminar el Proyecto Múltiple Misicuni de 120 metros de altura, trabajo dividido en la ejecución de cuatro paquetes. Son diversas fechas fijadas para la entrega de cada uno de los “cuatro paquetes” y el 17 de julio próximo sería el máximo plazo en que toda la obra debe ser entregada, aunque, según la información señala que la entrega sería “provisional”; en otras palabras, ¿habrá que esperar nuevos plazos o términos para que esta obra realmente esté terminada? Son varias las razones, se dice técnicas, por las que se suceden los atrasos.
El caso Misicuni, ahora en manos de la CAMC y la empresa mexicana, tendría que ejecutarse en los plazos establecidos y, si realmente hay dificultades -como las habidas en tiempos pasados- que se las explique con claridad absoluta y que no resulten simples pretextos para la no entrega de obra tan importante.
Misicuni, si se recuerda, data de mucho tiempo y se ha hecho interminable o indefinible el tiempo para su construcción y entrega, muchas veces por descuido de los gobiernos que han intervenido en su momento y que debieron exigir seriedad no solo a la empresa responsable sino a los mismos directivos ejecutores oficiales de las obras. Esta importante represa podría proveer de agua no solamente a la ciudad de Cochabamba sino a varios pueblos aledaños y sobre todo serviría para riego en áreas rurales, especialmente en tiempos de sequía.
Lo más importante es que nunca se ha conseguido que haya datos precisos sobre la magnitud de la obra y menos los costos finales que, se supone, serán puestos en revisión de auditores que establezcan con claridad absoluta la debida y oportuna inversión de los dineros entregados y que figuran en los contratos.
Obras del tipo Misicuni pueden ser realizadas en diversos sitios del país con la finalidad de captar aguas, pero hacerlo sin atentar contra el medio ambiente, como el intento que se tenía con el Estrecho del Bala que, se dijo, serviría para una gran represa sin considerar el aspecto de graves perjuicios que causaría al medio ambiente y a extensas regiones del país.
Es de esperar que efectivamente el 17 de julio sean entregadas las obras de la represa de Misicuni y no haya más plazos que resulten interminables.
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