Los resultados económicos mineros dependen, por orden de importancia, de la riqueza de los yacimientos y de los precios de los minerales. Interviene también la tecnología utilizada, tendente a una mayor productividad y a una mayor recuperación de los minerales comercializables.
En la época colonial el descubrimiento de las ricas vetas del Cerro de Potosí en 1545, dio inicio a la era de la plata que nutrió de ingentes recursos económicos a la corona española y fomentó un intenso comercio con España, que impulsaron su economía. Todas las minas pertenecían a la corona que impuso una regalía conocida como el “quinto real” (20% sobre el valor de venta), que con impuestos menores llegaron al 21,2% hasta 1736. Desde entonces debido a la inexorable disminución del contenido de plata y a que el mineral se hizo más complejo y por tanto más difícil y caro su procesamiento, se estableció el “décimo real” que con otros impuestos llegó al 11,4%.
Las utilidades por la explotación de plata fueron favorecidas por el establecimiento del cruel sistema de la mita, que significaba mano de obra casi gratis. Gastón Arduz indica que en 1603 en la minería del Cerro de Potosí estaban involucrados unos 27.000 indígenas. El inglés John Pentland estima su producción entre 1545 y 1824 de 35.578 toneladas de plata, que representó el 85% de la producción del Alto Perú. Según Arduz en el período 1581-1600 la producción de Potosí llegó a un máximo del 42,5% de la producción mundial, para ir decayendo paulatinamente y bajar a 8,3% en el período 1721-1740.
En la República de Bolivia en 1825 el Cerro de Potosí estaba casi agotado. Por la calidad de sus vetas, en la segunda mitad del Siglo XIX sobresalieron en su producción y utilidades las minas argentíferas Pulacayo y Caracoles ubicada en lo que hoy es territorio chileno, explotada íntegramente por chilenos, que acicateó la invasión chilena y el estallido de la Guerra del Pacífico. A fines del Siglo XIX bajó el precio y la producción de plata, agudizando la crisis minera; felizmente empezó a subir el precio del estaño, mejorando su producción todavía escasa.
El descubrimiento de la veta Salvadora en 1900 con ancho de 2 metros y 50% Sn, para fortuna de Simón Patiño, consolidó la era del estaño que duró hasta 1985. Las inusualmente ricas vetas que no requerían mucha inversión y que rápidamente generaban enormes utilidades, dieron fama a Bolivia, causando la llegada de miles de extranjeros que hicieron fortunas, si se considera además los bajos salarios, los irrisorios impuestos pagados y minas cuya explotación se realizaba a baja profundidad y distancias cortas de transporte. Los multimillonarios “barones del estaño”, Patiño, Hochschild y Aramayo, que con su poder económico controlaron el poder político, tributaron entre 1900-1920 el 4,4% y entre 1900-1940 el 7,7% del valor de venta. Leyes de estaño de algunas minas a principios de siglo: Huanuni 25%, Caracoles 10-15%, Unificada 10%.
En las condiciones actuales de operación (costos de producción y fundición) y tributación (5% de regalías y 37,5% de impuesto sobre utilidades), una veta de 50% Sn con un precio de 8 dólares por libra, daría una utilidad de $us 4.600 por cada tonelada extraída de mineral. Ello explica la descomunal fortuna de Patiño. La Cepal indicó: “Los primeros 30 años del Siglo XX constituyeron una oportunidad histórica para impulsar el desarrollo económico de Bolivia…, pero los gobiernos dejaron pasar esa coyuntura…”.
Minas en franco proceso de agotamiento, con leyes bajas (Catavi bajó de 17% en 1916 a 1,1% en 1952 y 0,34% cuando cerró en 1986) y minerales más complejos, fueron nacionalizadas (por primera vez intervino el Estado como productor) y en el período 1952-1985, COMIBOL las operó con enormes pérdidas. La exportación de minerales representó más del 90% de las exportaciones hasta 1965 (99% en 1954). La caída del precio del estaño en 1985 ocasionó el cierre de la mayoría de minas, que son trabajadas por cooperativas y se empezó a explotar también polimetálicos (zinc, plata y plomo) y oro. Su actual participación en las exportaciones es de aproximadamente 30%. Los gobiernos militares (1964-1982) impusieron tributos de más de 30% al estaño.
Por los bajos precios la crisis minera se ahondó en los primeros tres años de este siglo, pero como nunca había ocurrido antes, por la voraz industria china que demandaba más y más materias primas, desde 2004 empezaron a subir hasta máximos históricos los precios de todos los minerales, de manera que la minería entró en una época de auge sin precedentes, que infelizmente no se la aprovechó para incentivar la exploración y la inversión privada para desarrollar nuevas minas. Con todo el énfasis que erróneamente se le dio a la reactivación de COMIBOL, ésta no llega al 9% de las exportaciones mineras y su futuro es incierto por su desempeño económico-financiero.
El fin del súper ciclo de los precios de materias primas en 2015 nos volvió a sumir en una crisis muy peligrosa, pues no tenemos en proyecto ni una sola mina nueva, que tardaría más de 10 años en desarrollarse. Resalta el que el único ciclo bonancible boliviano con beneficio económico para el Estado y los productores fue el de 2005-2014.
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