En los últimos meses, algunos entuertos han decantado el escenario político por su “subjetiva” -a decir del gobierno- conectividad: el “desvío” de cientos de millones de Bs. del Fondo Indígena a cuentas particulares. Un supuesto tráfico de influencias de CAMC, donde la ex novia del Presidente fungía como “gerente”, vivía como millonaria por lo que –mediáticamente- generó matices de “telenovela”. Sin vergüenza se afirma que la telenovela fue una sarta de mentiras (de la oposición) que “opacó”, la “límpida” imagen del Presidente e indujo al soberano a votar por el NO el 21f. Por ello, la necesidad de una Cumbre de justicia. ¿Qué sucede? Veamos.
El MAS durante 10 años se declaró un gobierno de los “sectores o movimientos sociales”, es decir, de las masas y por ello una oclocracia o gobierno de las muchedumbres, que según Aristóteles es una de las formas de degeneración de la forma pura de gobierno, en concreto de la politeia. Max Weber aduce que la oclocracia se caracteriza por sus acciones demagógicas, y rasgos autoritarios que terminan en tiranía. Es decir, la oclocracia hace un uso indebido de la fuerza para obligar a los gobernantes a tomar decisiones desafortunadas, que “degenera” la democracia a una manifestación burda.
Los teóricos del MAS –paradójicamente- “amparados” en la oclocracia, subestimaron a la masas (corporativas) que cambian de rumbo, cuando les conviene, de ahí que neo y para indígenas, funcionarios públicos desleales, etc., le dijeron NO a Evo Morales el 21f. Pese a ello, continúan con su desidia: no organizan ni cualifican nuevos líderes (candidatos) con miras a los comicios de 2019. En su afán ególatra, se ocupan de cooptar a las masas de forma superficial y burda con “bonos” y prebendas, con acciones demagógicas y múltiples formas emocionales a veces irracionales y estrategias pletóricas de eufemismos: discriminación, fanatismo y sentimientos de racismo exacerbados. Fomentan, actitudes temerarias; deseos injustificados o inalcanzables. Ahora, detentan medios de comunicación que los utilizan para la (des)información y así apuntalar al “líder-caudillo”.
Los oclócratas no se percatan de que gran parte de los ciudadanos: periodistas, abogados; profesionales; universitarios; trabajadores, etc., no se sienten representados en el gobierno del MAS. Y éste cree, todavía, que la generalidad de las y los bolivianos seguimos actuando atávicamente como otrora. De ahí, la artera expresión del Vice, de “conspiración” (vía mentiras) organizada por alguna -dice- “oposición”. Los oclócratas aseguran que la “telenovela (Gabriela-Evo) mentirosa” (que) no esclareció el caso Fondioc, habría generado confusión e inducido el triunfo del NO el 21f.
Estas “mentiras”, dicen, indujo al fracaso del SÍ el 21f y ello les permite otro referendo. Y es que en la Oclocracia, apunta Gunther Jacobs, forzan el “derecho penal del enemigo” para someter a la CPE, las leyes y al pueblo, por lo general, a la voluntad del gobierno. En consecuencia, la “sarta de mentiras”, que parece una hechura del Poder para promover la Cumbre de justicia, se lo advierte como una “maniobra” por parte del gobernante, grupos corporativos y operadores de justicia afines al Poder (salvo excepciones). Por ello la susceptibilidad de que después de la “cumbre” -los oclócratas- “abrirán” la CPE para introducir alguna enmienda que permita re-re-re transgredir el Art. 168 para re-re-reposicionar otra consulta, que sería lapidaria para el MÁS.
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