Y la FARC transnacional, ¿qué?

La burocracia estalinista de Cuba cobijó un diálogo de paz entre el gobierno colombiano y la FARC olvidando que la organización había cambiado tanto que no se parecía más al proyecto foquista lanzado en los años 60 con tantas ilusiones.

La nueva FARC (con iniciales que no tienen ningún sentido ahora) es una empresa transnacional que estuvo -o quizá está todavía- a punto de lograr el sueño de la Gran Colombia acariciado por los libertadores, pero en relación con las drogas.

A tal punto se ha expandido la organización en la región, que hubiera sido más apropiado un diálogo de paz con Unasur, y parte del Mercosur, territorios comprendidos ahora por esta transnacional, y no sólo con el gobierno colombiano.

Lo que se sabe en Bolivia de esta organización es que trajo tecnología nueva para producir cocaína, además de técnicas muy eficientes para aumentar los cultivos de coca sin que crezca el área cultivada. Fue la “industrialización” más eficiente que se vio en Bolivia en estos últimos diez años. También trajo “cazabobos” hechos en sus territorios de Colombia para cazar a los policías bolivianos en el Chapare, ayudando a los cocaleros. Ah, y un sistema financiero muy ágil.

El viceministro de Defensa Social, Felipe Cáceres, el más honesto sobre estos temas en el gobierno boliviano, admite que los cárteles colombianos, mexicanos, peruanos, brasileños e incluso rusos, operan en el territorio nacional.

Los lugareños de Yapacaní, en Santa Cruz, saben muy bien que las FARC han tomado control del parque Choré, donde la policía boliviana no tiene pisada. El año pasado, el gobierno decidió emplazar allí un cuartel de la policía antinarcóticos, Umopar, pero los vecinos -desafiantes– no lo autorizaron. El Estado boliviano se rindió y renunció a ejercer soberanía también sobre ese territorio.

La inmigración de estos “combatientes” se produjo cuando Álvaro Uribe los estaba derrotando en Colombia, y cuando el consumo de cocaína estaba disminuyendo en Estados Unidos. Había que buscar nuevos horizontes -más propicios y acogedores- y nuevos mercados. Se vinieron a Bolivia para estar muy cerca de Sao Paulo y Río de Janeiro.

Si vas a negociar con la industria más floreciente de la región y sus operadores, tienes que ser más despierto que los burócratas del estalinismo cubano. Salvo que seas socio de ellos y sólo estés mareando la perdiz.

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