Ya se vio que el gobierno de Evo Morales subió al poder gracias a la llamada “alianza de los movimientos sociales” o, en otras palabras, de la alianza de clases. Asimismo se observó que ese conjunto de fuerzas cumplió sus objetivos principales en una acción común y que una vez cumplida esa parte de su programa, la referida alianza se quebró y dejó de existir y, enseguida, cada una de las partes de ese frente empezó a luchar por sus objetivos particulares, poniendo de lado a su partido y al gobierno.
Como resultado de ese proceso el equipo gobernante empezó a quedar solo, excepto el apoyo de una burocracia insensible y satisfecha y algunos simpatizantes orientados y atraídos, la mayoría de ellos, por la bonanza que trajo la providencial alza de precios de las materias primas y que, al terminar, hizo que estos cooperadores se neutralicen o pasen a la oposición. En efecto, gremiales, transportistas, pequeños empresarios, artesanos y otros sectores que forman la pequeña burguesía dieron las espaldas al régimen. Pero el sector social que adoptó la posición más radical fue la clase obrera, caracterizada por su radicalidad e intransigencia democrática y antipopulista.
Entonces, el conjunto de fuerzas encabezado por los obreros pasó a la ofensiva, puso fin a la etapa de dudas que existió hasta entonces y rompió lanzas con el gobierno de Evo Morales, anuló el pacto de alianza que sobrevivía en forma precaria y, luego de desconocer el pacto COB-Gobierno, llegó al extremo de lanzar una huelga general de un día, para ampliarla a dos y finalmente a tres días para extenderla aún más a no ser que sean atendidas sus demandas.
La serie de huelgas generales en dos semanas de la clase obrera fue resultado de hechos críticos ocurridos en últimos meses, entre ellos las denuncias de corrupción (Fondo Indígena), caso Zapata, fracaso de Lliquimuni, pérdidas financieras del Estado por alrededor de dos mil millones de dólares, la pérdida en la elección de gobernadores y alcaldes y los dos siguientes referéndums (autonomías y reforma constitucional), pero, principalmente, la desorientación que trajo al país la llamada “economía plural”, producto de la ideología anarco-populista oficial.
Un aspecto notable se produjo en la reciente evolución de la crisis socio-política que registra el país y éste consistió en que, en cuanto se produjo el divorcio COB-gobierno y terminó el “poder dual”, el gobierno hizo un matrimonio con la burguesía nativa, dando así comienzo a una luna de miel oleada y sacramentada por la gasificación y represión a los obreros que ganaron las calles, más en defensa de su posición democrática que por el mismo caso de Enatex.
La relativa relación de fuerzas políticas que estuvo existiendo en últimos años, terminó por quebrarse profundamente con motivo del referéndum que perdió el gobierno el 21 de febrero, la misma que ha adquirido fuerza y ritmo de creciente intensidad, sin la menor participación de los supuestos partidos políticos (que dizque existen en el país), aunque hay que destacar que se trataría, hasta ahora, de un proceso espontáneo con débiles manifestaciones partidarias e ideológicas, que posiblemente sean superadas en el desarrollo de los acontecimientos.
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