Tracy Burton Bravo
Arabia Saudita quiere acabar con su dependencia en el petróleo. En la actualidad, el crudo representa el 72% de los ingresos de su economía. Además, aporta un 45% del PIB y supone el 90% de las exportaciones. El presidente del Consejo de Asuntos Económicos y Desarrollo, el príncipe Mohamed bin Salmán, presentó el pasado abril un programa de reformas económicas llamado ‘Visión 2030’. Su objetivo es convertir al Estado rentista en una economía de mercado en los próximos 15 años.
“En Arabia Saudita tenemos una adicción al petróleo que es peligrosa, porque ha retrasado el desarrollo de otros sectores”, afirmó Salmán en una entrevista para la televisión nacional Al Arabiya. Y lo cierto es que la historia del país soberano y su peso en el panorama internacional no se pueden entender sin el petróleo. Es el segundo productor mundial, detrás de Rusia, y sus ingresos le permiten ser el tercer país del mundo con mayor gasto militar, con un gasto que ronda los 87.200 millones de dólares, por detrás de Estados Unidos y China. Es también uno de los principales compradores de armas.
Los cambios en el mercado de energía internacional y el crecimiento demográfico de Arabia Saudita son dos de los factores que el Instituto Global McKinsey afirma que hacen insostenible la dependencia de la economía en el llamado ‘oro negro’. El estudio también destaca que el aumento de la productividad a través de la reforma económica podría permitir a los saudíes duplicar su PIB y crear hasta 6 millones de nuevos empleos para 2030, en sectores clave como la minería, petroquímica, manufactura, comercio, turismo, salud, finanzas y construcción.
Salmán también ha anunciado que el país buscará desarrollar su propia industria militar. Entre 2010 y 2014 fue el segundo mayor importador de armas, según el Instituto de Estocolmo de Estudios de la Paz. En este momento, se encuentra en una intervención militar directa en Yemen en el exterior, y en el interior tiene que lidiar con el creciente poder del Estado Islámico y con la problemática de la minoría chií, sin tener en cuenta otras desigualdades sociales.
Estados como Emiratos Árabes Unidos o Qatar iniciaron hace ya algunos años procesos similares para diversificar sus economías. El analista Michael L. Ross, de la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA), declaró lo siguiente a BBC Mundo: “Creo que es algo extremadamente difícil de hacer. Es posible en la teoría, pero en la práctica no hay ejemplos de ningún país con tanta riqueza en recursos que haya logrado diversificarse y poner fin a su dependencia”.
Tracy Burton Bravo es periodista.
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