[Eric Cárdenas]

Austeridad fiscal


El actual régimen de gobierno que administra los intereses del Estado hace más de diez años, ha tenido la buena fortuna de contar con elevados ingresos, gracias al elevado precio de las materias primas, “comodities” que exportamos, debido a la demanda de los algunos países emergentes, que crecieron industrialmente. Los ingresos fueron en más de cinco veces mayores a los ingresos recibidos en anteriores gobiernos.

Lamentablemente esos elevados ingresos, como nunca antes en nuestra historia, no fueron adecuadamente orientados a sectores de alta productividad y, en consecuencia, de importante demanda de mano de obra y más al contrario, la exagerada ideologización en las políticas económicas determinó un cuadro de riesgo como el actual, pues han bajado los precios de los “comodities” en el mercado internacional y, en consecuencia, nuestros ingresos se han reducido en más de 3.000 millones de dólares en esta gestión y las reservas de divisas en el Banco Central que llegaron a l5.000 MM de dólares, han bajado a 9.000 MM, lo que importa un cuadro de alarma, que amerita la toma urgente de políticas que puedan enfrentar este cuadro.

La situación social se ha deprimido, pues los índices de desempleo han aumentado, calculándose en más del 20% de la población económicamente activa (el mismo senador oficialista Pedro Montes ha ratificado este aspecto). Además la calidad de empleo es precaria, es decir de breve tiempo de vigencia de contrato de trabajo, situación que afecta (según el Cedla) en especial a los jóvenes que deben incorporarse a la actividad económica. Por otro lado la economía informal sigue subiendo, calculándose que estaría cerca del 80%, con los efectos de ausencia absoluta de seguridad social. Este cuadro de precariedad del empleo y ocupación, además, nos determina a que esta actividad informal está ubicada en el sector terciario de la economía, y no así en el sector productivo.

A su vez el gobierno del MAS habría administrado más de 200.000 MM en ingresos totales al Estado (según el Lic. Parada de la gobernación de Santa Cruz), fabulosa suma de ingresos, como nunca antes, con los que podría haberse construido un nuevo país, considerando que somos apenas algo más de 10 millones de habitantes (la ciudad de Lima y Callao superan esa cifra en habitantes), pero el Gobierno volcó más recursos al gasto corriente, duplicando la planilla de empleos públicos y gastando a manos llenas los recursos públicos; en publicidad política; viajes onerosos de las autoridades con todo motivo; organización de eventos políticos con la presencia de gente traída del exterior, por supuesto que con gastos pagados (uno de los últimos fue el que organizaron para la visita del Papa Francisco); el destino de recursos públicos a emprendimientos industriales de dudosa rentabilidad y compra de empresas en quiebra, debido a la pérdida de mercados externos, así como a programas con elevados índices de corrupción como el Fondioc y elefantiásicos proyectos como satélite, teleféricos, canchas de fútbol (algunas con capacidad de miles de espectadores, en lugares de escasa población); publicidad y propaganda política de permanente campaña electoral; precios de obras con sobreprecios o con dudosa transparencia (caso CAMC) etc., etc.

No cabe duda que con los elevados ingresos públicos, algunos índices económicos y de resultante social han mejorado, como la disminución de los índices de pobreza extrema, pero no hemos salido de la pobreza, que sigue afectando a la mayoría de los bolivianos.

Ante el cuadro que describimos y debido a la baja de los precios internacionales de las materias primas que exportamos, se debería ingresar en una política pública de austeridad fiscal, eliminando los gastos superfluos en viajes oficiales, las inversiones sólo en obras de importancia social y económica, reducción de gasto corriente y ajustar los recursos a un riguroso planeamiento de la economía, con planes y programas predeterminados y presupuestados, para ser ejecutados y luego fiscalizados, como determinan las normas de administración y control fiscal, dejando de lado los arranques populistas de los gobernantes para ejecutar obras.

En caso contrario, en breve tiempo estaremos en un grave cuadro de crisis, pues no olvidemos al régimen de la izquierdista UDP, que nos dejó casi en ruinas y tuvo que ser el siguiente gobierno de Paz Estenssoro, con una política de austeridad fiscal ejemplar, en el que se suprimió los vales de gasolina en las oficinas públicas, los periódicos viajes, vehículos y otras medidas, el que logró superar ese cuadro de triste recuerdo para los que padecimos.

El autor es abogado y politólogo.

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