La imprevisión ante lo que se considera seguro de ocurrir es grave descuido; es, sobre todo, carencia de criterio y sentido de prudencia el no haber adoptado medidas que eviten posibles colapsos, especialmente cuando se trata de producción. Esto es lo que, lamentablemente, ocurrió con YPFB, que ya en el año 2012 sabía que declinarían los campos de producción de gas a partir de 2016, hecho que hoy se confronta y que es imposible remediar en el corto plazo.
Los directivos y técnicos de la empresa estatal del petróleo tenían pleno conocimiento de un fenómeno que si no es atendido con el debido tiempo, se cumple indefectiblemente, como es la producción de gas que cubre nuestras exportaciones al Brasil y la Argentina y, además, provee a la demanda interna. Tener conocimiento de que la producción llegaría a un máximo de 60 millones de metros cúbicos y no haber adoptado entonces las medidas necesarias como explorar y explotar nuevos campos va contra toda lógica previsiva.
Oportunamente se dijo que el tope máximo de producción se daría en los años 2015 y 2016 y que no es posible remediar si no hay descubrimiento de nuevas reservas en campos nuevos porque los megacampos que hasta ahora producen son Sábalo, San Alberto y Margarita Huacaya, campos que proveen de gas desde mucho antes del año 2006, cuando se “nacionalizó” -la verdad es que se cambió partes de los contratos que tenían las empresas extranjeras y que siguen en el país-.
Estudios realizados por entendidos y estudiosos del grave problema señalan que si no hay labores de exploración y explotación casi en lo inmediato, “se corre el riesgo de que la producción de 60 millones de metros cúbicos por día que hoy existe, vaya bajando hasta llegar a los 18 millones de metros cúbicos” lo que daría lugar a que no puedan cumplirse contratos con Brasil y Argentina. Estudios de Jubileo muestran: “Si bien se tuvo un incremento importante en los volúmenes de producción de gas natural, esto se debió, en gran medida, a la inversión realizada en las actividades de explotación; es decir, a un mayor desarrollo de campos que se encontraban ya en producción a fin de recuperar la mayor cantidad de reservas existentes, ello resulta evidente al observar el comportamiento en la producción diaria en los tres megacampos: Sábalo, San Alberto y Margarita Huacaya, siendo éste último el que incrementó en mayor medida su producción”.
YPFB sabiendo la realidad de las reservas y teniendo seguridad de que había necesidad de identificar nuevos campos y proceder a invertir para explotar más gas, no lo hizo y parece que fue atenido a que había la certeza de producir hasta 60 MM3/día. Ahora correspondería que la empresa del petróleo, conjuntamente las petroleras extranjeras, proceda a realizar inversiones y encontrar nuevos campos; de otro modo, el país se verá ante la coyuntura de no tener gas para exportar y tampoco para el uso interno.
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