Explotación infantil, grave atentado contra la humanidad

Al conmemorarse el Día Mundial contra el trabajo infantil, la OIT hizo saber datos que deberían alarmar a todos los países; dice la Organización Internacional del Trabajo: “Es inaceptable que todavía haya 168 millones de niños que participan en distintas formas de trabajo infantil y que 85 millones de ellos realicen trabajos peligrosos. El trabajo infantil está presente en sectores que van desde la agricultura (99 millones de niños) hasta la minería pasando por las industrias manufactureras, el turismo, la producción de bienes y la prestación de servicios que a diario consumen o utilizan millones de personas”.

El Papa Francisco, conforme a los datos de la OIT y seguramente haciendo acopio de los datos que posee la Iglesia Católica, ha mostrado grave preocupación por el problema del trabajo infantil que no responde a los mínimos conceptos de respeto y consideración y amor por la niñez. El mundo desarrollado o no, industrializado y en pos de desarrollo, los países enfrentados por guerras y divisiones, las organizaciones laborales y las empresariales son conscientes de la realidad en que viven sus países en relación con la niñez y falta de respeto a sus derechos. En todos los países hay leyes sustantivas que obligan a velar por la seguridad, educación, buena salud y excelente alimentación de los niños; pero, lamentablemente, todo queda en el papel y nada o poco se cumple.

Por calles y barrios de muchos países se ve a niños que trasladan objetos pesados o que realizan labores solo aptas para hombres mayores y hacen trabajos que deberían ser imposibles para su corta edad; en muchos países ocurre que hay personas que explotan a los niños y por migajas de comida y escaso abrigo los obligan a pedir ayuda o limosna o realizan labores que no les corresponde. Hay asilos y sitios de acojo de niños que no cuentan siquiera con las mínimas condiciones de comodidad, higiene y abrigo. Niños que solo cuentan con una comida al día o aquellos que “por ayudar a sus padres” pululan por las calles en busca de realizar algún trabajo por duro y pesado que sea; en fin, el mundo está lleno de niños que han sido obligados desde sus seis o siete años a prestar servicios en lo que sea para el logro de su escasa alimentación y abrigo o para el sustento de sus hogares que, con padres irresponsables, se mantienen abandonados y carentes de amor, salud, educación y la debida alimentación.

Lo que pasa con los niños, incluyendo el caso de los que son utilizados en guerrillas y guerras, en labores de venta de drogas o para cometer delitos como el robo en beneficio ajeno, es inaudito; pero lo calificable solamente como vergonzoso, arbitrario, deshonesto e irresponsable es que haya gobiernos que permiten el trabajo de niños y su consiguiente explotación tan solo porque “las condiciones de pobreza obligan a ello”; pero, ¿qué hacen para derrotar a esa pobreza, muchas veces contando con el dinero necesario y que es destinado a fines menos importantes que cuidar por la vida, seguridad y bienestar de la niñez? Mucho, muchísimo tendrían que decir los gobiernos de países donde la niñez es explotada y maltratada.