La cuenta atrás ha empezado. El Gobierno mexicano y la radical Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) han vuelto al punto de partida.
El conflicto educativo, tras una semana de diálogo infructuoso, amenaza con sacudir otra vez el sur de México. La duda radica quién dará el primer paso y cuáles serán las consecuencias. Rotos los puentes, sólo la sombra de la matanza de Nochixtlán (Oaxaca) frena la colisión.
El tiempo se ha agotado. Lo sentenció el pasado viernes el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong. El mantenimiento por parte de la CNTE de los feroces cortes de carretera determinaron esta amarga conclusión. "Hemos estado en la mesa durante horas, escuchando con atención los planteamientos de la CNTE, pero siempre dejando claro que en una negociación no puede ser todo o nada. Sólo ha habido una condición: que se deje de afectar a los ciudadanos. Y sin embargo, se ha puesto a los ciudadanos en medio de este conflicto y miles de familias están situación crítica", afirmó Osorio Chong.
Tras esta constatación, el siguiente paso era obvio. El despliegue de las fuerzas federales. Una decisión crítica. El conflicto educativo, después de dos años de continuos pulsos, tocó techo el pasado 19 de junio, cuando durante un enfrentamiento entre maestros disidentes y policías murieron al menos ocho civiles en Nochixtlán. El baño de sangre, que las autoridades aún no han conseguido explicar satisfactoriamente, conmocionó a México y obligó al Gobierno a sentarse a la mesa con la coordinadora. (EL PAÍS de España)